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Zapatero ya no puede confiar ni en la “roja”

miércoles 09 de junio de 2010, 21:07h
Siempre le gusta a uno que su país arrase en los titulares de periódicos extranjeros, sobre todo, cuando se trata de alabar a nuestra selección de futbol, que, aparte de los prodigios deportivos con los que regala al respetable como los de anoche ante Polonia, ha sido capaz de despertar un sentimiento que nunca antes había sido tan sano y unánime: el orgullo nacional. Ni siquiera Fernando Alonso, indiscutible gran piloto, el primero en la historia de España, goza del favor general; primero, porque la Fórmula 1, por mucho que haya crecido, sigue estando por debajo del querido futbol, y, segundo, porque los hay, muchos, que acusan al asturiano de nimiedades que más tienen que ver con cómo mira a la cámara que con su fantástica forma de competir. Nadal está mucho mejor visto, pero durante este año, que al chaval se le ocurrió tener lesiones y encima problemas familiares, ya hubo alguno que miró para otro lado, algo así como con lástima, hasta su resurrección definitiva el pasado domingo.

Con la “roja”, no ocurre igual. El otro día, en un bar del centro de la capital, dos inmigrantes comentaban, con bastante ironía, que: ”estos españoles ya están celebrando el Mundial y ni siquiera ha empezado”. Es verdad, sin embargo, resulta que éste fue seguramente el primer mérito de la “roja” al ganar la Eurocopa hace dos años: quitarnos el complejo de ir siempre esperando lo peor de los nuestros. Claro, que ahora tampoco hay que caer en otro de los pecados capitales de los españoles: el extremismo. De gafados perdedores a ganadores absolutos. Mira que nos cuesta encontrar el término medio. En todo caso, Zapatero, que se tiene por hombre con suerte y que odia a los agoreros que siempre están pronosticando lo peor, tiene que saber que esta vez, por mucho que gane la “roja” y él ejerza de orgulloso Ministro de Deportes en el Mundial de Sudáfrica, la victoria no va a darle ni cinco minutos de tregua.

Esto de la crisis, con sus recortes, huelgas, reformas laborales y declaraciones de organismos internacionales, a los que hoy mismo se ha sumado el Banco Mundial, advirtiendo de que la situación de nuestra economía es muy grave, ya no se tapa ni con continuas goleadas de España en todos los partidos hasta el de la mismísima final. Cierto que hoy se habla casi más de los seis goles ante Polonia y del edema muscular de Iniesta que de la huelga pasada por agua de funcionarios, que dejó a los sindicatos expuestos, por fin, a la verdad de que nunca han hecho nada, pero todo tiene un límite. Y éste ya no lo salva la demagogia ni los éxitos deportivos, por mucho que se hagan coincidir las fechas del anuncio de las reformas del mercado laboral con el debut de la selección en el Mundial. Se ve a la legua y desde todo el mundo.

El lunes, The New York Times dedicaba un artículo precisamente a este intento tan cutre del gobierno español, al que acusaba de intentar utilizar políticamente un posible éxito de la selección española en el Mundial para “eclipsar las penurias económicas del país”, recordando que la estrategia ya la utilizaban los políticos de la antigua Roma, cuando entretenían a sus descontentos ciudadanos con sangrientas e interminables batallas de gladiadores, luchando entre sí y contra tremendas fieras. Puede que entonces fuera más fácil, igual que lo fue hace años durante la dictadura franquista o en otros regímenes actuales que mantienen todo lo encerrado que pueden a su pueblo en plena era de la comunicación. Pero aquí y ahora, ya no es tan fácil. Es posible que el próximo día 16, cuando el gobierno por fin presente su polémica reforma laboral, la mayoría esté más pendiente de los jugadores de Vicente del Bosque, pero en las portadas caben muchos titulares. Antes o después, la televisión se apaga, y hay euforias que duran muy poco cuando las cosas del comer no están del todo apañadas.

Alicia Huerta

Escritora

ALICIA HUERTA es escritora, abogado y pintora

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