Incertidumbre belga
martes 15 de junio de 2010, 01:09h
Tras las elecciones celebradas en Bélgica este pasado domingo, una cierta inquietud se ha apoderado de la vida política europea. También de la financiera y es que a los mercados financieros no ha parecido gustarles mucho que los independentistas flamencos ganasen los comicios legislativos, poniendo al país en una tesitura sumamente complicada. No es para menos. A dos semanas escasas de que el turno de presidencia rotatoria de la Unión Europea pase a Bélgica, se da la circunstancia de que por esas fechas lo más probable es que el pequeño país centroeuropeo no tenga aún un gobierno constituido.
Si bien no hay un partido belga que aglutine el sentir mayoritario de la población, sí es un hecho que la zona flamenca se ha decantado abiertamente por una opción que, de facto, puede acabar por fracturar el país definitivamente; un país, conviene no olvidarlo, que forma parte de la zona euro. Ha de armonizarse ahora la dualidad que surge entre una Europa de los 27 cuya inamovilidad de fronteras es casi una necesidad vital y, por otro, la decisión adoptada en las urnas por un país soberano. Corresponde ahora a los otros 26 países restantes convencer a los belgas de la premura con que deben llegar a un entendimiento eficaz, no sólo por el interés de Bélgica sino del resto de estados miembros. Y, al mismo tiempo, que nadie caiga en la tentación de utilizar el caso belga como ariete nacionalista, proponiendo falsas analogías; vascos y catalanes, por ejemplo. Bélgica es un país muy joven, desde cuya creación la tensión entre valones y flamencos ha sido una constante. Constante que ahora amenaza con transmutarse en ruptura. En cualquier caso, lo que suceda será fiel reflejo de lo que sus ciudadanos han manifestado en las urnas, y eso es inamovible.