¿Le quedan más cartuchos a Berlusconi?
miércoles 16 de febrero de 2011, 21:25h
Lo primero que suele decirse del poder político, es que corrompe. Muchas, demasiadas veces, es así. Lo vemos todos los días y en cualquier país del mundo. El poder, por muy ansiado que sea, lleva también, en muchas ocasiones, a que a uno se le nuble peligrosamente el entendimiento, a provocar que se crea infalible y, en indefinitiva, a cagarla, con perdón, haciendo cosas, que nunca se habría considerado capaz de hacer el propio poderoso, cuando aún no lo era tanto.
Rodeados de una corte de perritos falderos, cobardes que jamás osarían decir a sus líderes que anden con cuidado o en advertirles que por ahí van mal, pero que muy mal, es fácil que acaben cayendo en la trampa de la soberbia y cavando, ellos mismos, su propia fosa política y hasta personal. Tampoco les faltan enemigos, en ocasiones casi tan poderosos como ellos, con la navaja entre los dientes para no perder ni un segundo en clavarla directa al corazón, cuando llegue el momento oportuno, y tejiendo, en la sombra, eficaces redes, en las que, tarde o temprano, cegados por ese mismo poder que tanto ambicionaron un día, acabarán por caer.
Silvio Berlusconi lleva años bordeando ese precipicio y si una buena parte de sus ciudadanos le ha ido salvando en las elecciones, ha sido por su capacidad de gestión financiera, la misma que hace décadas le convirtió en un multimillonario empresario, y que muchos quieren considerar su activo más valioso a la hora de manejar un Estado, especialmente en periodo de crisis. Berlusconi ha ido manteniendo, de forma bastante increíble para el resto del mundo democrático, que mira al premier italiano con una mezcla de morbosa curiosidad y de desprecio, unos fieles votantes, que han hecho oídos sordos a las críticas y denuncias procedentes de la oposición, mientras han querido seguir escuchando, e incluso puede que creyendo, que todas esos escándalos sexuales que salpicaban, un día sí y otro también, la imagen pública de su primer ministro, eran fruto de la guerra por el poder.
Aquellas fiestas bunga-bunga, algunos quisieron verlas más como una anécdota de un político que sabía disfrutar de los placeres de la vida, que como lo que realmente eran, una insoportable vergüenza, que un hombre de su posición no se puede permitir. Entonces, aparte de la sorpresa y el cachondeo con los que el resto del mundo miró las indiscretas fotos, a Berlusconi le costó el divorcio, pero relativamente pocos votos Y como en una buena ópera buffa, llegó a parecer que el extravagante personaje, en vez de tener que preocuparse por defenderse, podía permitirse el lujo de esbozar, incluso, algún ademán de orgullo varonil. Como si cualquier hombre con una abultada cartera como la suya y un poder político a ese nivel, no pudiera, lo mismito que él, permitirse montar todas las fiestas del mundo con las prostitutas más caras, más guapas y, por supuesto, más jóvenes.
Pero, presunción de inocencia por delante, con el caso Ruby, alias Robacorazones, parece que los días de Berlusconi en el poder político están llegando irremediablemente a su fin. Tras la reciente decisión del Tribunal Constitucional de anular en gran parte la ley de legítimo impedimento que le servía al primer ministro italiano como escudo judicial, a Berlusconi le queda poco para sentarse en el banquillo. No le faltan juicios, aparte del de Ruby, en realidad, es conocido que nunca le han faltado, pero parece que esta joven marroquí, que asegura haber tenido relaciones con Berlusconi cuando aún era menor de edad, será la primera en llevarle como imputado ante un tribunal. Ella admite que, al principio, engañó al mandatario italiano, asegurándole que ya había cumplido los 24, pero también dice, y escribe en su libro, por el que esta chica lista de carnes prietas se esta llevando una fortuna, que, más tarde, se lo confesó, Porque, cuando el galán le quiso poner el pisito de turno, a ella no le quedó más remedio que decirle la verdad. Según el periódico La Reppublica, Berlusconi, lejos de salir corriendo a buscar a sus abogados, dijo “Les dirás a todos que eres la sobrina de Mubarak, así podrás justificar los fondos que pondré a tu disposición”. Maldita premonición.
En todo caso, Berlusconi se defiende, como, en realidad, haría cualquier político en su piel, alegando una infame conspiración de sus adversarios para quitarle el poder. Sin embargo, diga o no diga la cándida Ruby la verdad, parece más que probado que fue el propio premier italiano, quien, “en persona personalmente”, como diría un conocido personaje alumbrado por la genial pluma de otro italiano, el escritor Andrea Camilleri, llamó a la comisaría de Milán donde permanecía detenida Ruby, acusada de robo, para exigir que fuera puesta de forma inmediata en libertad. ¿De verdad aumenta tanto el poder la soberbia y la sensación de impunidad, como para que un hombre inteligente pierda completamente la cabeza, hasta el punto de rebajarse y hacer el ridículo de esta manera?
Esto ha sido sólo el ensayo, el verdadero circo comenzará el 6 de abril, con Berlusconi sentado en la sala de un tribunal milanés, para ser juzgado por tres magistradas, es de suponer que mucho menos del estilo de las mujeres que suelen gustarle al Cavaliere, enfrentándose a un delito de prostitución de menores, por el que le podrían caer entre seis meses y tres años de cárcel, y otro, de abuso de poder, por el que podría ser condenado a pasar entre cuatro y doce años entre rejas. ¿Habrá valido la pena?
Escritora
ALICIA HUERTA es escritora, abogado y pintora
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