Se requiere ejemplaridad
Enrique Aguilar
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miércoles 09 de junio de 2010, 18:50h
En un artículo publicado recientemente en La Nación bajo el título “Las paradojas de la Argentina”, Eduardo Fidanza, destacado sociólogo y consultor político, expresó su temor de que este país se resigne a ser a lo sumo “factible” pero manteniendo sus elevados niveles de corrupción, manipulación institucional y pobreza. De ahí la necesidad de que los dirigentes (en particular los que integran las filas de la oposición, dentro y fuera del peronismo) descubran la diferencia “entre la mediocridad y la excelencia, entre el crecimiento y el desarrollo, entre las instituciones y la anomia”, aceptando lo bueno que haya hecho el actual gobierno pero rechazando a la par “su intolerable desprecio por la calidad, la verdad y el consenso”. A lo que agrega Fidanza: “No un futuro catastrófico, que al menos sería épico, sino la gris probabilidad de ser viables pero mediocres, acaso despierte la conciencia de las elites argentinas.”
Comparto en un todo estas consideraciones que seguramente sintetizan el deseo que muchos ciudadanos abrigan de ver a sus dirigentes comprometidos en la tarea de evitar la resignación de la sociedad o su reclusión en un generalizado escepticismo. Se diría, en efecto, que hemos perdido la capacidad de asombro en la misma proporción en que los hechos de corrupción (su número y las cifras involucradas) se multiplican en medio de un deterioro institucional que tampoco parece quitarnos el sueño.
Sin embargo, hasta que las elites no reaccionen ni ofrezcan señales de ejemplaridad será difícil que las iniciativas venidas de abajo cundan verdaderamente suscitando el mejoramiento colectivo. A este respecto, cobran actualidad los dichos de Ortega y Gasset en el capítulo de España invertebrada referido a la “Ausencia de los mejores”, tan español entonces como argentino hoy. Es que sin la ejemplaridad de unos y la docilidad de otros (mecanismo que “aclara el fenómeno de las decadencias e ilustra la patología de las naciones”) todos salen perdiendo. Y, en el caso que nos ocupa, creo que son nuestros dirigentes (políticos y sociales) quienes deben tomar la delantera para escapar al sino de ser tan sólo “viables” pero simultáneamente “mediocres”, guiados por el azar y las buenas cosechas de soja.
Politólogo
ENRIQUE AGUILAR es director del Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Argentina
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