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el arquitecto leopoldo gil cornet, premiado por la conservación de este conjunto histórico-artístico medieval

Tres décadas dedicadas a restaurar el conjunto monumental de Roncesvalles

viernes 26 de octubre de 2012, 16:36h
El arquitecto Leopoldo Gil Cornet lleva inmerso 30 años en los trabajos de restauración del conjunto hospitalario de Roncesvalles, en Navarra. Fruto de su dedicación acaba de recibir el Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos Rafael Manzano Martos, que reconoce la labor conservación de un complejo que incluye uno de los templos más espléndidos del gótico, la Real Colegiata de Roncesvalles.
Treinta años después de que el arquitecto Leopoldo Gil Cornet comenzara los trabajos de restauración en el conjunto monumental de Roncesvalles, en Navarra, ha recibido el Premio de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos Rafael Manzano Martos, de reciente creación y promovido por el mecenas Richard H. Driehaus y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU) en colaboración con la Fundación Mapfre y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Cubiertas restauradas de la Real Colegiata de Roncesvalles.


Con idea de valorar la contribución de un profesional al campo de la arquitectura dentro del respeto a los principios clásicos, bien en la restauración de monumentos y conjuntos urbanos de valor artístico e histórico, bien en la realización de obras de nueva planta integradas armónicamente en dichos entornos monumentales, el premio reconoce al galardonado con 50.000 euros y una medalla conmemorativa.

“Me encargaron el proyecto en 1982, cuando tenía 29 años, momento en el que comencé a modificar todos los tejados del conjunto monumental, que ocupan más de 10.000 metros cuadros”, explica a este periódico Gil Cornet, quien califica la obra emprendida como “muy basta”, tanto que no ha concluido todavía.

El antes y el después del lugar donde ahora se encuentra ubicado el albergue.


La intervención en el lugar no se ha ceñido a la cara externa de los edificios que forman parte del complejo, entre los que se encuentran la Iglesia de Santiago, la Casa Prioral o el albergue Itzandegia, sino que también ha conllevado la modificación de los interiores de estos edificios debido a que su malogrado estado hacía dificultosa la restauración correcta de las cubiertas, afectadas en buena medida por el agua caída durante años.

“Mi escasa experiencia en 1982 me llevó a modificar una pequeña cubierta sin llevar a cabo ninguna barbaridad estilística, algo de lo que hoy en día me alegro”, dice Gil Cornet, al tiempo que explica que se sirvió del plomo, un material predominante en el entorno de Roncesvalles, para conservar el estilo de la cubierta. “Es maleable, capaz de amoldarse a encuentros difíciles, resistente y si se coloca encima de madera, se conserva muy bien, por lo que debería ser eterno”, detalla este experto sobre las posibilidades derivadas del uso del plomo.

Interior de la Real Colegiata de Roncesvalles.


Pese a que otro de los logros de Gil Cornet ha sido la buena iluminación del interior de la Real Colegiata de Roncesvalles, edificio gótico del siglo XIII, para lo que se ha servido de discretas lámparas y no de focos o proyectores, lo cierto es que la labor más reseñable emprendida en este templo ha sido la modificación de su cubierta. Considerada por este arquitecto como una iglesia “pequeña, pero grandiosa” y como “lo más francés que puede encontrarse en España”, fue promovida por el rey navarro Sancho el Fuerte, mide 24,90 metros de longitud por 17,60 de ancho y cuenta con una nave de 15,50 metros. Consta de dos bóvedas de crucería con seis arcos fajones cada una, grandes ventanales góticos decorados con vidrieras modernas en la cabecera y diez amplios rosetones sostenidos por contrafuertes.

Al ser un complejo monumental ubicado cerca de la frontera, ha sido objeto de destrozos motivados por enfrentamientos bélicos o por incendios, por lo que no es de extrañar que se llevaran a cabo durante años diferentes restauraciones previas a las emprendidas por el equipo liderado por Gil Cornet. Así, comenta que la más importante que se realizó en la iglesia fue en los años 40 del siglo XX, cuando el proyecto del momento, “con criterios obsoletos”, emprendió la eliminación de las obras que se habían hecho en el siglo XVII con intención de recuperar el aspecto gótico primigenio. Además, se utilizaron “materiales dudosos como el hormigón sin buen gusto, por lo que hemos tratado de dulcificar aquellas restauraciones”, comenta Gil Cornet, para quien resulta fundamental, sin embargo, reconocer la labor de quienes intervinieron antes que él en el lugar ya que, gracias a su labor, el equipo que lidera ha podido trabajar en un entorno que continúa “vivo”.



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