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últimos días para visitar la exposición [i]viajeros por el conocimiento[/i]

Las aventuras de nueve exploradores en busca de los misterios de la arqueología

martes 19 de abril de 2011, 20:27h
La Residencia de Estudiantes sirvió durante la década de los 20 y 30 como escenario de nueve conferencias de exploradores como Howard Carter, Charles Bruce o Leonard Wolley, quienes colaboraron con sus trabajos a escribir la historia de la cultura egipcia, maya, sumeria o amazónica. Noventa años después, esta institución acoge una exposición en la que han sido recogidas aquellas visitas a través de documentos, fotografías y piezas arqueológicas que dan cuenta de los hallazgos que llevaron a cabo estos viajeros.
La exposición "Viajeros por el conocimiento", en la Residencia de Estudiantes hasta el 24 de abril, es una oportunidad atractiva para aquellos que quieran adentrarse en los misterios de la arqueología. Coincidiendo con el centenario de la institución, esta muestra ha sido planteada como un vistazo al pasado, concretamente a hace 90 años, cuando nueve exploradores y viajeros de renombre internacional - Howard Carter, Charles Granville Bruce, Joseph Hackin, Paul Pelliot, Leonard Woolley, Francisco Iglesias, T.A Joyce, Hugo Obermaier y Leo Frobenius- visitaron sus instalaciones para impartir conferencias sobre sus hallazgos en Egipto, Afganistán o el Amazonas.

Fundada en 1910, la Residencia de Estudiantes vivió una época de esplendor entre los años 20 y 30. Dirigida por el pedagogo Alberto Jiménez Fraud, su importancia radica no sólo en haber acogido a residentes ilustres como Federico García Lorca, Salvador Dalí o Luis Buñuel, sino también en haber servido como plataforma intelectual de referencia en Europa. Lo demuestran las visitas a sus instalaciones de personalidades de la importancia de Marie Curie o Albert Einstein, a quienes emularon estos nueve viajeros, invitados para impartir charlas eruditas sobre sus descubrimientos y teorías.

Fotografías de Harry Burton del hallazgo de la tumba de Tutankamón (Manuel Engo)


De todos ellos, la tumba de Tutankamón, hallada en 1922 por Howard Carter, sigue centrando la atención de los estudiosos de la arqueología, sobre todo por la circunstancia de que fue encontrada sin saquear. La exposición de la Residencia de Estudiantes permite contemplar documentos manuscritos de Carter con anotaciones sobre sus pesquisas, autógrafos del explorador, dibujos del tesoro hallado y piezas de dioses y diosas, además de 52 fotografías de Harry Burton que relatan el hallazgo de la tumba de este faraón de la XVIII dinastía. Sorprende conocer cómo trabajaron Carter y su equipo, así como percatarse de cómo fueron hallados los objetos del tesoro: ruedas de carros mezcladas con sandalias, objetos cerámicos y utensilios para el hogar amontonados sin orden ni concierto. Un caos que contrasta con la serena imagen del sarcófago de Tutankamón que, a diferencia de cómo luce hoy en el Museo Egipcio de El Cairo, descansa solitario en las imágenes de Burton entre las frías paredes de su tumba a la espera de ser analizado.

Pero no todo gira en torno a la siempre enigmática cultura egipcia. La cultura maya es otra de las temáticas abordadas en esta exposición de la mano de los trabajos que llevó a cabo, entre 1925 y 1931, el explorador británico T. A Joyce en lo que hoy es Belice. De las obras expuestas, relacionadas con sus viajes, destacan dos vasos decorados con escenas mitológicas y cotidianas, así como un curioso silbato de arcilla con forma de noble maya que comparte vitrina con una cabeza de piedra de prominentes rasgos.

Corona con cuentas y hojas de oro, lapislázuli y coralina de Ur (Manuel Engo).


Otro británico, Charles Leonard Woolley, se embarcó en los años 20 en un viaje a Iraq, donde descubrió la antigua ciudad de Ur- del IV milenio a.C-, enclave en el que fue construido uno de los primeros zigurats, prodigio de la arquitectura mesopotámica, y en el que se ubicó un cementerio real, que data del año 2700 a.C, donde fueron encontradas piezas arqueológicas de gran destreza técnica fundamentales para conocer las claves artísticas de la cultura sumeria. Su ubicación geográfica, zona de tránsito comercial y en lugar fértil, le reportó a esta ciudad ganancias y preeminencia sobre otros pueblos circundantes. Prueba de ello son algunas de las piezas reunidas en esta muestra, como un adorno, un collar y una roseta ornamental de refinado diseño, una corona con cuentas y hojas de oro, lapislázuli y coralina perteneciente a una mujer del séquito de una reina local y una pequeña cabeza de toro de bronce de aspecto sereno y de cuidada ejecución.

Si Woolley fue la referencia de las excavaciones en Mesopotamia, el francés Joseph Hackin adquirió protagonismo tras liderar la delegación arqueológica francesa en Afganistán donde, a partir de 1924, se encargó de realizar las primeras investigaciones en los yacimientos de Hadda, Ghazna, así como en el entorno de los budas gigantes de Bamiyán, hoy desparecidos. Destacan de esta expedición las fotografías tomadas a estas monumentales figuras antes de ser demolidas por los talibanes en 2001 y una pieza arqueológica que representa la cabeza de un buda con ornamentado peinado, grandes párpados, fina nariz y anómalas orejas.

Colgante con forma de pez y tanga femenino hallados en el Amazonas (Manuel Engo).


Entre británicos y franceses, destaca la expedición del piloto español Francisco Iglesias al Amazonas, considerado el proyecto científico más destacado de la II República. Con el objeto de estudiar la naturaleza de la región, su hidrografía y topografía, el patronato que avaló este proyecto estuvo presidido por Gregorio Marañón. Con un barco, una avioneta, una cámara fotográfica y otra de cine, Iglesias se embarcó en un proyecto ambicioso que, sin embargo, no llegó a llevarse a cabo. Pese a todo, su visita al Amazonas no fue en balde, ya que se trajo consigo piezas de tanta valía como un colgante con forma de pájaro del pueblo tukano hallado en Colombia y un tanga femenino de fibra vegetal, concha y vidrio del pueblo cubeo encontrado en Brasil; objetos que pueden verse en esta exposición.

Completan la muestra los documentos, mapas, revistas, vídeos y fotografías de las expediciones de Leo Frobenius a los pueblos africanos –sección en la que destacan los extraños cuchillos de hierro y fibras vegetales hallados en Congo-; de Charles Granville Bruce, líder de la segunda y tercera expedición británica al monte Everest; de Paul Pelliot, en el Turkestán chino, donde accedió a una cámara secreta en las cuevas de los Mil Budas que custodiaba unos 20.000 manuscritos trascendentales para el estudio de la Alta Edad Media; y de Hugo Obermaier, quien visitó España en 1909 para investigar las cuevas de Altamira con el resultado de escribir la primera gran síntesis de la prehistoria hispana y europea del siglo XX.
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