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No a la huelga, tampoco a Zapatero

José Antonio Sentís
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directorgeneralelimparciales/15/15/27
martes 08 de junio de 2010, 22:57h
Los funcionarios españoles, en un alarde de responsabilidad, se han tragado el recorte en sus sueldos y han rechazado mayoritariamente la huelga propuesta por los sindicatos (que, si bien es cierto que estaba también patrocinada por un sindicato corporativo como el CSIF, lo cierto es que se presentaba ante la opinión pública como iniciativa de los sindicatos “de clase” CC.OO. y UGT).

Para los funcionarios, la alternativa era diabólica. Si secundaban la huelga, le daban la razón a la burocracia sindical “izquierdista” cómplice del zapaterismo. Si no lo hacían, Zapatero podría considerarse respaldado, o, al menos, aliviado. Es decir, o estaban con Zapatero de forma indirecta, o lo estaban de forma directa.

La decisión de la mayoría de los empleados públicos ha sido inteligente: no caer en la trampa sindicalista porque, hasta ahora, todo apoyo a esas maquinarias egocéntricas, ensimismadas y pancistas, ha terminado por poner la alfombra al zapaterismo ineficaz, incompetente, improvisador y vacilante.

La huelga de funcionarios ha sido una de las iniciativas populares con menos convicción de las que se hayan podido ver en España. Tal parece como si los sindicatos de Zapatero, CC.OO. y UGT, la hubieran convocado para que fracasara. Lo mismo que tiene pinta de pasar en la presunta huelga general, que desde este mismo momento se asemeja a un asunto de esquiroles, que preparan una algarada para que el patrón se beneficie.

O los sindicatos han actuado (y tienen previsto actuar) con suma torpeza, o le están haciendo el caldo gordo a Zapatero, pues, de hecho, lo único que a Zapatero parece haberle salido bien en dos años es que los sindicatos han terminado por ser más impopulares que él.

Así, ante una convocatoria triste y desangelada, ante una iniciativa laboral tan poco convencida y con unos protagonistas tan poco convincentes, lo único que cabe pensar es que o los jefes sindicales dimiten de forma inmediata, o lo que pretenden es una asesoría en el Gobierno del PSOE. Pues si un dirigente sindical es incapaz de movilizar un colectivo cuando a éste le meten un rejón histórico en sus salarios, para este oficio de dirigente laboral sirven poco. Y si lo hacen a mala uva, es decir para desmovilizar a la sociedad cabreada con Zapatero, entonces son literalmente unos traidores subvencionados, unos vividores del erario público, unos insolidarios con los parados y unos desastrosos profesionales que cobran muy injustamente sus ingentes emolumentos de liberados.

En cuanto a Zapatero, hablamos de otra cosa. Si por un momento sueña que el fracaso de la huelga es un aval a su gestión, puede ir profundamente errado. Lo que ha pasado en esta calamitosa convocatoria huelguística es que los funcionarios se han encontrado con una alternativa imposible, como en el chiste de susto o muerte. Es decir, o muerte por las buenas (los sindicatos), o muerte, pero antes un poquito de susto (Zapatero). Pero se puede intuir el cabreo de la masa laboral pública, que está esperando, muy probablemente, tener una urna delante para que se entere Zapatero.

El colmo es que el principal gestor de las angustias económicas de los españoles, por su tardanza en reaccionar ante los conflictos, por su incapacidad de gestionar los problemas, por su estolidez al prevenir el desastre y por su deslealtad al engañar a los ciudadanos para ganar las anteriores elecciones, ahora quiera apuntarse el fracaso de la huelga. La huelga ha fracasado porque los funcionarios en su conjunto (y la sociedad en general) están muy por encima de la casta sindical y política que gobiernan en coalición en España.
Ahora, la bofetada se la han llevado los sindicatos (quizá como servicio al zapaterismo). Pero mañana, la mano está preparada para ambos. Y si Zapatero no lo sabe y hoy se queda muy contento, que deje tiempo al tiempo.

En una palabra: si alguien quiere plantear una huelga general con visos de éxito, que ponga una sola pancarta: “No a Zapatero”. Todo lo demás es filfa. Pues los españoles estamos dispuestos a apretarnos el cinturón, pero ¡Zapatero dimisión!

José Antonio Sentís

Director general de EL IMPARCIAL.

JOSÉ A. SENTÍS es director Adjunto de EL IMPARCIAL

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