Fue en San Sebastián. Allí se vio por primera vez en pantalla grande el que ya muchos calificaron como el nuevo y prometedor rostro del cine español. La actriz malagueña Natalia de Molina derrocha talento y naturalidad en Vivir es fácil con los ojos cerrados, el último trabajo del cineasta David Trueba, para el que apostó por una desconocida intérprete que metió la pata hasta el fondo en el casting al quitarse su natural acento andaluz. No sabía que Belén, la joven soltera y embaraza en la España franquista que decide coger las riendas de su vida en la película, era andaluza y De Molina se plantó ante el director madrileño con el castellano más neutro que podía salir de su boca. Sin embargo, según reconoce la actriz en su charla con este periódico, Trueba vio algo en ella y la llamo para una segunda audición. Ahora, y tras haberse llevado ya a casa un Feroz y un CEC, Natalia de Molina puede alzarse con el Goya a la mejor actriz revelación, algo que, confiesa, sería su forma “de decirle a David que no se equivocó”.
¿Qué fue lo primero que hizo cuando se enteró de que estaba nominada a los GoyaLo primero que hice fue ponerme atacada de los nervios. Me lo dijo mi representante por teléfono, colgué y pequé un chillido, los vecinos debieron de pensar que estoy loca. No sabía qué hacer. Me dijeron que tenía que ir a la Academia y no sabía ni qué ropa ponerme, las lentillas se me caían de las manos. Bajé corriendo a la calle, se me desabrochó el zapato y casi me mato. Luego en el taxi no era capaz de acordarme de la dirección. Fueron todo nervios.
Es la primera película en la que tiene un papel de peso y ha dado este paso de la mano de uno de los directores más sobresalientes del país. ¿Cómo se hace esto? ¡Pues no lo sé! Mientras estaba haciendo las pruebas, había algo en mí que me decía que el personaje tenía que hacerlo yo. Lo veía súper claro, pero por otro lado, también pensaba que era dificilísimo, sobre todo siendo una actriz desconocida y con apenas experiencia en esto. Tuve muchísima ilusión siempre, antes, durante y ahora también. Supongo que David (Trueba) vio en mí algo que le hizo confiar y arriesgarse.
¿Es el cine un sector que permite realmente triunfar saliendo de la nada, viniendo de abajo?Sí, la verdad es que lo que me ha pasado a mí es muy esperanzador para toda la gente que está luchando y buscando una oportunidad. Yo también he pensado en muchos momentos que nunca iba a llegar a ningún sitio porque no era nadie. Ahora lo veo de otra forma. Veo que pasa, que cuando te tiene que llegar, te llega. Lo único que hay que hacer es aprovechar las oportunidades, no dejar escapar ni una.
Pero, ¿cómo ve esas oportunidades para los jóvenes ahora, en este contexto de crisis, en el mundo de la interpretaciónPues muy difícil. Está la cosa complicada porque salen muy pocos proyectos y en los pocos que salen suele trabajar siempre gente que lleva ya mucho tiempo en esto. Es difícil arrancar. De hecho, a pesar de haber rodado esta película maravillosa y de estar nominada, yo no tengo ningún proyecto de futuro por ahora. Estoy esperando y, mientras, sigo formándome e intentando hacer cosas por mi cuenta. Lo que hay que hacer es no parar. Esta profesión es muy difícil. Hay que estar luchando continuamente, quien se meta a esto pensando que va a tener una estabilidad no sabe lo que hace. El truco es tener los pies en la tierra y asumir que es muy inestable. Lo mismo estás o quizás no, a lo mejora hora te va bien y luego te pasas cinco años sin hacer nada. Esto va de luchar, de creer en uno mismo y de vivir con pasión por la profesión.
A David Trueba se le intuye una persona paciente, tranquila y, sobre todo, con una especie de esencia didáctica en su forma de explicarse. Supongo que fue una suerte trabajar con él siendo la primera vez que pisaba un rodaje…La verdad es que sí, he tenido muchísima suerte de que mi primer trabajo haya sido con él.. Podría tirarme horas y horas escuchando a David. Es una persona de la que aprendes, hable de lo que hable. Además, ama muchísimo la profesión y la cultura y lo hace todo de una manera muy sencilla, humana y humilde.
Acaba de empezar lo que la crítica ya ha adivinado que será una prometedora carrera. ¿Quiénes han sido sus referentes mientras avanzaba hasta aquí? ¿En quién se mira?¡En mucha gente, la verdad! Por lo general, me encantan los actores americanos, flipo con sus trabajos. Soy muy fan de Gena Rowlands, sobre todo en las películas de cuando era más joven, con John Cassavete. Aprendo mucho de esas películas porque es impresionante lo que hace. Admiro mucho a los actores y las actrices que tienen la capacidad de hacer que cosas tan difíciles parezcan sencillas cuando las ves en la pantalla. También me encanta Marilyn Monroe. Para mí es un icono que está un poco infravalorada en el plano interpretativo.
Marilyn Monroe se sintió muy presionada por la fama. ¿Ha pensado en las consecuencias que a veces tiene el trabajo de actriz?La verdad es que no me imaginaba para nada todo lo que viene después de rodar una película. Las entrevistas, hablar de tu trabajo, moverte, presentar la película en otras ciudades, photocalls… Ni se me había pasado por la cabeza todo esto, pero creo que lo estoy viviendo de una manera muy sana. Supongo que todas estas cosas pueden superar a algunas personas, pero creo que a mí no me ha pasado. En esto también ha sido una suerte trabajar con David y con Javier (Cámara), porque precisamente en este aspecto son las personas más sanas que hay en el mundo. A David supongo que ser periodista le ayuda a todo esto y Javier no puede ser más normal, más gracioso y más llano. Ha sido maravilloso descubrir esta parte de la profesión con ellos.
Su compañero de reparto, Francesc Colomer, fue el último niño que ganó un Goya antes de que la nueva normativa prohibiera las nominaciones a menores de 16 años. Después de conocer en primera persona lo que significa una nominación, ¿qué le parece esta regla? ¿Cree que es, efectivamente, una experiencia un poco fuerte para un niño ganar o perder un Goya?Estoy un poco en medio, por un lado lo entiendo y por otro no estoy de acuerdo. Creo que es cierto que un niño puede no ser muy consciente de lo que es la profesión o lo que significa hacer una película. Lo viven de una manera que puede ser peligrosa. Pero también pienso que si lo ha hecho bien, que si es el mejor, ¿por qué no reconocérselo? No sé hasta qué punto estoy de acuerdo o no.
Antes de saltar a la gran pantalla, ha trabajado mucho en teatro, sobre vinculada al Garaje Lumiere, una de las salas más emblemáticas del circuito independiente madrileño que se vio obligada a cerrar el pasado verano. Se habla mucho de la crisis de la cultura, en general, pero, ¿ve especialmente mermado este sector más pequeño, más minoritario? La verdad es que lo que me pasó fue curioso. Cerraron Garaje, que es un proyecto familiar al cual, evidentemente, estaba súper ligada. Con él se acababa un sueño de toda mi familia. Pero al mismo tiempo se estaba cumpliendo el sueño de mi vida, eso por lo que llevaba luchando desde siempre, que era hacer cine, buen cine además. No sé muy bien qué opinar o hasta dónde mojarme porque no sé si soy muy objetiva con este tema. A la cultura se la está desvalorizando muchísimo, desprestigiando continuamente. Y no lo entiendo porque la cultura es parte esencial de una sociedad, es lo que traspasa fronteras y lo que nos hace crecer como personas. Es raro, porque creo que apoyar la cultura sí que es apoyar la Marca España. No sé porqué se está haciendo esto. Creo que tienen que reflexionar y parece que están empezando a hacerlo, según el último anuncio de su intención de volver a bajar el IVA. A ver si es verdad, a ver cuando lo hacen y si el motivo no es sólo porque estemos a tres días de la gala de los Goya.
¿Cómo se prepara una joven del siglo XXI para representar a la juventud de la España de los sesenta?Ha sido muy sencillo porque, aunque la película esté ambientada en el año 66, el guión cuenta situaciones y emociones muy universales. El trasfondo de lo que se está hablando se podría dar en cualquier época. A nivel de entender un poco más a mi personaje, sí que es diferente porque una mujer de 1966 no es la mujer del 2014. Lo que hice, sobre todo, fue hablar con mi madre porque ella sí que vivió en aquella época y me pudo explicar muchas cosas, incluso casos reales similares a los de Belén, mi personaje, que ella conoció de cerca. Y luego he mirado mucho en Internet, una ventana que hoy tenemos, por suerte, poder informarnos de todo lo que se nos escapa de las manos.
Desde luego que Belén es una mujer luchadora. ¿Necesitamos hoy muchas Belenes?Lo que está pasando ahora con los derechos de la mujer es algo que nunca me hubiera imaginado mientras estaba preparándome el personaje. Belén es una de esas mujeres luchadoras que, con pasitos pequeños, cambiaron toda una sociedad; una de esas mujeres que parecían venidas del futuro y luchaban por tener la capacidad de decidir sobre sus vidas. Que ahora en 2014 se vayan a dar casos como el suyo, que se vuelvan a repetir situaciones así, me parece muy fuerte. Cuando estaba escribiendo el guión, David nunca pensó que la historia de esa mujer pudiera repetirse ahora. Algunas personas deberían ver la película y reflexionar sobre lo que está pasando, que se den cuenta de que hay mujeres que incluso se han muerto por no tener una protección en este sentido. El aborto ha existido siempre y va a seguir existiendo. A la que tenga dinero y pueda viajar a otro país, le irá bien; a la que no, lo hará aquí de no sé qué forma.
El pasado lunes recibió el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) a la mejor actriz revelación. ¿Se lo tomo como un presagio para los Goya?¡Para nada! De hecho, fue una sorpresa total. Tanto ese, como los premios que se llevó la película, a mejor película y mejor guión, los recibo como una sorpresa y súper feliz. Yo soy la misma con un premio o sin él, me siento igual, la verdad. Lo que me enorgullece de haber recibido este premio es que lo veo como una forma de agradecerle a David y a Cristina (Huete, la productora) la confianza que pusieron en mí. Es mi forma de decirles: “No te equivocaste, lo he hecho bien, he aprovechado la oportunidad y he defendido vuestra película de la mejor manera que he podido hacerlo”.
Va a ser su primera gala de los Goya. ¿Cómo se imagina la noche del domingo?Todavía no tengo el traje, y eso es una cosa que me tiene bastante nerviosa. Es muy raro porque la gala la he visto siempre desde el sofá de mi casa y este año voy a estar allí, y además nominada. Siempre que veía en casa la entrega del premio al actor o la actriz revelación o a la dirección novel me emocionaba especialmente porque era gente que estaba empezando. Imaginarme que estoy allí y que van a decir mi nombre entre las nominadas… ¡no sé! Evidentemente, voy a estar nerviosa, pero no quiero que me superen los nervios porque quiero disfrutarlo mucho, vivirlo, estar feliz y ver recoger a la película el mayor número de premios posible.
¿Qué será lo primero que haga si finalmente sube a por el premio?Si pasase eso, sólo pediría por favor no caerme por las escaleras. Soy súper torpe y me tiemblan mucho las piernas. Eso, sumado a los tacones… me daría mucha vergüenza. Seguramente haría gracia, pero yo lo pasaría muy mal. Imagino que, si ganara, miraría a mi madre, que estará conmigo, y no sé si me lo creería.