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TRIBUNA

Un Walt Whitman completo

Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
viernes 12 de diciembre de 2014, 00:32h
La editorial Galaxia Gutenberg acaba de publicar “Hojas de hierba” del poeta Walt Whitman (1819-1892), una edición bilingüe de Eduardo Moga. La traducción de Eduardo Moga, y su introducción a la obra poética completa de Whitman (a la que se añade una selección de sus escritos en prosa), es una noticia espléndida para los lectores hispánicos -que son muchos- del mayor poeta norteamericano. En español teníamos traducciones notables como la de José Martí, Jorge Luis Borges o la de León Felipe, y la más reciente de Manuel Villar Raso, cuya antología bilingüe (Alianza, 1995) era la más conocida y la más ajustada al inglés del poeta, y eso suponía traducirlo con sus rudezas sintácticas y sus palabras inventadas.

La aportación de Eduardo Moga, además de su perfección vertiendo al español los poemas de Whitman, posee la virtud de que entrega entera su obra poética, y así consigue mostrarla en su sentido original, es decir, como fue escrita. En efecto, “Hojas de hierba” ( Leaves of Grass) fue creciendo a lo largo de la vida del autor, y como Baudelaire con “Las flores del mal”, se convirtió en su obra única, la que cruzó toda su existencia.

Como muchos, leí a Whitman en la traducción que León Felipe hizo para la edición de Losada, con un epílogo de Guillermo de Torre. Mi ejemplar es de la quinta edición, 30 de mayo de 1968, y yo lo compré en octubre de 1969. Las fechas no son anecdóticas, pues en aquella época la traducción de León Felipe no era una versión más: era un acto de resistencia a la cultura de la dictadura franquista. En el prólogo de Eduardo Moga se conoce que la traducción de León Felipe irritó bastante a Jorge Luis Borges, precisamente porque en ella se encontraba más al mismo León Felipe que a Walt Whitman.

León Felipe tituló su versión como “Canto a mí mismo”, omitiendo su título original “Hojas de hierba”, y Eduardo Moga entiende que el poeta zamorano hizo poesía propia al trasladar al español algunos de los poemas del norteamericano.

Pero esa selección, con clara intención de exaltar las virtudes contrarias al franquismo, fueron vitamina ideológica para muchos estudiantes que entonces se abrían a autores prohibidos. A la vez, Walt Whitman aparecía en la obra de otros poetas venerados por lo mismo: Federico García Lorca, un símbolo de libertad, con su impresionante “Poeta en Nueva York”, y Pablo Neruda, quien reconoce en muchos de sus poemas la enorme influencia que Walt Whitman tuvo en él.

Walt Whitman es el poeta de la democracia, de la democracia norteamericana, con sus ideales de igualitarismo humano, que enaltece lo mismo la libertad esencial de los individuos blancos y la de los negros, de los indios americanos a los procedentes de otros puntos del mundo, de los hombres y de las mujeres, de los heterosexuales y de los homosexuales …

Considerado por muchos críticos como un autor con estilo tosco y hasta brutal y procaz, Whitman ha aparecido siempre como un símbolo de una sociedad de seres libres, insertos en una naturaleza primigenia, sin ninguna maldad, con una inocencia integral, pero que no es la del hombre primitivo de Rousseau, sino la del ciudadano democrático norteamericano. Por eso, siempre he leído a Whitman bajo la óptica que encontré en el maravilloso ensayo de Tocqueville, “La democracia en América”.

El componente religioso que se encuentra en la obra de Whitman coincide con las descripciones sociológicas que Tocqueville vio en Norteamérica unos pocos años antes. La libertad religiosa de la nueva nación, que produce la pluralidad imparable de credos, hace que Estados Unidos se parezca a la Roma clásica, en el sentido que todas las religiones y las creencias sean inmanentes a las instituciones republicanas, y que su presidente sea también una versión moderna del “pontífice” romano, algo que se reconoce cuando el máximo representante de la democracia norteamericana invoca a Dios cuando se dirige a sus conciudadanos.

Todo eso, y muchas cosas más se aprenden leyendo las “Hojas de hierba”. Con Neruda supimos que Whitman fue también la voz que cantó al continente americano, de polo a polo. En esta edición descubrimos que también fue consciente de la importancia de los elementos de la tradición cultural española en la formación de la sociedad norteamericana. En un escrito de 1883, titulado “El elemento español de nuestra nacionalidad”, Whitman escribió: “En cuanto a la estirpe hispana de nuestro suroeste, tengo por cierto que aún no hemos empezado a apreciar el esplendor y la valiosa solidez de su elemento racial. ¿Quién sabe si ese elemento, como el curso de un río subterráneo, que buza, sin ser visto, cien o doscientos años, no ha de emerger, fluir ampliamente y permanecer para siempre en la superficie?

El poeta siempre es profeta, como Homero, Virgilio o Walt Whitman.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

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