Dos golazos a la contra aplacaron al Atlético más dominador. Por Diego García

El vigente campeón copero alimentó su favoritismo para revalidar el trofeo con una solvente y sufrida victoria en la despedida del Vicente Calderón de esta competición. Alcanzó el equipo de Luis Enrique un triunfo casi definitivo a domicilio en base a su mejor versión colectiva, esa que abona el terreno con trabajo, rigor táctico y solidaridad de esfuerzos para que la calidad brote como fuente de resultados cuando corresponde. Todo ello se conjugaría en un primer tiempo en el que el Atlético se fue agujerado a vestuarios por dos golazos -uno de Suárez y otro de Messi- que a la postre resultarían definitivo. En el segundo acto, por el contrario, mutó el ajedrez y la tribuna asistente gozó del desempeño más tecnificado de los suyos.
Y es que Diego Pablo Simeone estableció para este enfrentamiento -entre rivales tan estudiados entre sí- el día idóneo para testar su vertiente más dominadora, más propositiva. Así, con la intención de manetener una mejor relación con la pelota, acompañó a Gabi de Saúl y Koke y colocó a Carrasco como pareja móvil de Griezmann. Juanfran y Vrsaljko confirguraban una banda diestra destinada a punzar y a controlar a sus homólogos oponentes (Alba y Neymar). Y lo que conseguiría el Cholo es acercarse al control del ritmo y el devenir pero corroborar la endeblez que este paso hacia adelante le genera a su sistema.
Con Saúl haciendo daño entre líneas y Koke creciendo poco a poco hasta conducir a su equipo a jugar en campo ajeno en la mayor parte del partido, el conjunto colchonero desplegaría un desafío pleno de personalidad al gigante que mejor se defiende con el cuero (y sin él). De este modo arrancó un duelo de dominio alterno, en el que los locales no renegarían del esférico sino que participarían del debate por su posesión, aunque el Barça se fuera al descanso con un 60% de la misma. El matiz buscado por el banquillo rojiblanco -preponderando la calidad- contrastaba con el ideado por Luis Enrique, que construyó su centro del campo más físico posible (sentando a Denis Suárez y Arda y con las bajas de Iniesta y Busquets alineó a Mascherano, Rakitic y Andre Gomes). Su objetivo: contener la batalla anatómica y aérea y disponerse a morder a la contra.
Ambas apuestas colmarían los primeros 45 minutos, si bien el Barça resultaría el propietario del peligro y rotundo ganador gracias al compromiso en fase defensiva de todas sus piezas, incluido el tridente que nunca rota. Y empezó pronto a lanzar avisos el coloso catalán: en el minuto 4 se configuró el primer agujero táctico a la espalda de la medular colchonera, con un tres para tres que la zaga llegó a tiempo para desviar. Cada vez que el Barcelona superaba la adelantada línea de presión local se intuía una vía directa hacia Moyá. Y tal apariencia se autografió con abrasión en el sexto minuto. Una emboscada a Saúl que tradujo en robo y salida con que Mascherano inició el movimiento. El balón cayó, directo, hacia Suárez, que cambió el ritmo e inutilizó con un autopase la salida fuera de timming de Savic. Godin no arribaría nunca a alcanzar la galopada de su compatriota y el goleador charrúa definiría el mano a mano cruzando su disparo raso, con el exterior y suave hacia el segundo poste. El golazo se desnudaba como síntoma de lo venidero.

Reaccionó con gallardía de grande el Atlético, ahondando en su plan de juego. Ascendió las revoluciones con y sin pelota, subiendo la efectividad de su presión y empezando a ejecutar circulaciones prolongadas que sacaron de escena a un Barça contento al ceder metros y aguardar los espacios tras recuperar. Mascherano, imperial, barría cada segunda pelota, negando la opción de vuelo a la verticalidad de un Atlético que fue obligado a apostar por los avances combinativos y en estático. Dos cabezazos consecutivos de Godín -uno al córner de Gabi y otro al saque de banda parabólico de Carrasco- completaban el cambio de la dirección del viento.
Carrasco y Filipe conseguían, a duras penas, herir por su perfil y se desataba una acumulación de centros laterales que no llegaban a inquietar a Cilessen. Sin embargo, pasado el minuto 20 quiso el Barça recuperar el esférico para sacudirse la valentía posicional colchonera. Buscaba congelar la intensidad energética impuesta por los locales. Jugaba en campo rival el bloque de Simeone, pero fue más por la vía de las transiciones por las que el Barcelona navegaría en la ribera del Manzanares. El orden en el cierre culé les permitía examinar la activación tras pérdida local y sangrar a los atléticos. Por este cauce de robo y salida picaría el segundo clasificado liguero hasta encontrar la sentencia.
Primero Mascherano enganchó un cuero de las botas ajenas y entregó el mismo a Messi, que aglutinó y dividió al achique rojiblanco para dar salida a la incorporación, en ventaja, de Gomes. El luso entregaría a Neymar, que encaró y trazó una diagonal venenosa que finalizó con chut centrado que detuvo Moyá -minuto 25-. A continuación sería una pérdida de Gabi -que marró la recuperación de un control impreciso de Ney para entregarle la pelota- la que patrocinó una red de paredes frenética entre el 11 brasileño y Suárez que no conectó con la portería por poco -Minuto 27-. A estas alturas, ya se había suscrito que el peligro era blaugrana y la pauta, ya quebradiza, pertenecía a los colchoneros. Griezmann y Carrasco yacían descontextualizados a pesar de la iniciativa de su once, pero las coberturas visitantes seguían complicando el equilibrio ataque-defensa local, con cada vez más espacios por explotar. Y en el minuto 32 se decidió el envite en concordancia con el escenario. Un pelotazo potente de Cilessen lanzado hacia la soledad a la carrera de Suárez potenció la inteligencia del uruguayo, que le permitió salir de entre cuarto rivales con una lúcida descarga hacia la llegada de Neymar. El brasileño cambió el juego de orientación y Messi combinó con Rakitic ante el descoloque de la sorprendida retaguardia local. Y La Pulga, fuera del marcaje doble preparado, levantó la vista y engatilló al poste desde media distancia para el segundo tanto de la eliminatoria.
Acusó este segundo golpe el conjunto capitalino, que todavía cedería otra oportunidad al astro argentino tras una pérdida de Filipe. El lateral, que retrató la fragilidad de la convicción rojiblanca antes del intermedio, perdió el cuero para lanzar el slalom del genio que se cortó con falta en la frontal. Su lanzamiento, en el minuto 38, no encontró diana. Se clausuraría el intenso primer acto con una tratativa local por sacar orgullo y volvería a presionar. Sólo cosecharía un centro de Filipe que reboró en la zaga rival para el derechazo de Koke que rozó el travesaño -minuto 41-. El electrónico marcaba la desazón de un Atlético confuso en su identidad. El dato esclarecedor del intervalo: Messi robó más balones que tiros a puerta realizó (cuatro por dos).

Sin embargo, conseguiría Simeone convencer a su vestuario de la posibilidad de revertir la inercia y condicionó el desenlace de esta ida sobremanera. Incluyó en la fórmula a Torres, Gaitán y Gameiro. Quemó sus sustituciones sentando a Vrsaljko en el intermedio, y a Saúl y a Carrasco (otra vez tan contrariado como intrascendendente) antes del minuto 70. Y la fe y energía renovadas transformaron el cariz del partido. Los locales multiplicarían su intensidad ante un ligero bajón visitante en este apartado. El Atlético ascendería su furor hasta copar el patrón de juego, siempre bordeando la frontal de Cilessen desde el pitido que decretó al reanudación, y el Barcelona se limitaría a encerrarse, capear el temporal y esperar hasta escapar y cazar un contragolpe que no llegaría. El otrora habitual ahogo rojiblanco inflingido a su huesped se revitalizó y el meta holandés culé vio como su trabajo crecia exponencialmente.
Los centros le atormentaban con asiduidad a un Barça atenazado, sin centro del campo ni tres pases encadenados, hasta que Griezmann recortó distancias en el 60. Una falta frontal lanzada hacia el segundo poste fue devuelta al centro del área por Godin, de enérgico testarazo. El galo ganaría la posición y cabecearía para batir al portero visitante. Luis Enrique había tratado de cambiar la dinámica colocando a Denis Suárez por Rakitic, pero el trance redoblaría su exigencia tras el acierto del goleador capitalino.
No aflojaría la pulsión competitiva el sistema de Simeone, que cabalgaba sobre el momentum generado. La respuesta inmediata de Gomes que Moyá desvió representaba la primera estirada del ganador parcial en el segundo acto, pero no sirvió más que de anécdota en este intervalo. La explosión volcánica de presión y asedio local regalaría a Griezmann otro par de remates en franca posición. Los cambios, sobre todo el de Torres -que desbordaba con facilidad-, habían funcionado con creces y el Barça estaba imposibilitado para ponerle un lazo y domesticar el ritmo. Hasta una chilena, de Carrasco, registró este tramo de anarquía nutrida por el Atlético. Neymar había visto una amarilla -que le impedía jugar en la vuelta- por golpear a Juanfran en un salto intrascendente y ese había sido todo el balance de su producción tras el regreso de vestuarios.
Con el cansancio interviniendo en la aproximación al desenlace, Luis Enrique leyó como necesaria la entrada de Rafinha por Gomes. Deconstruía su apuesta física inicial por la de la calidad, para volver a pastorear la ventaja defendiéndose con la pelota y no en un encierro que llegase hasta el minuto 90. Y transitaría el Barça en un intento por calmar, primero, y sentenciar a la contra. De esta mixtura salieron varias contras sin remate y un lanzamiento de falta de Messi hacia la escuadra que Moyá conjugó con un vuelo de póster. No pintaría de azulgrana el balón a pesar de la orden recibida desde el banquillo. El compás rítmico local no admitía rebate, todavía presionante. Y la incertudsumbre contaminaría a la gestión de la ventaja visitante.
Un saque horrible de Cilessen dibujó una asistencia de Griemzann y chut desviado de Gameiro, que perdonaba en el 80. El nudo táctico muy adelantado del Atlético había secado al Barça y Torres rozaría el tanto en dos ocasiones más, la última, en el 84, tras un robo de Gabi a Mascherano en la frontal blaugrana. El desenlace había uniformado el plácido devenir del primer tiempo en una guerra de guerillas que condujo a ambos púgiles hacia la épica. Y en estas, el bloque madrileño tenía las de ganar. Estaba derribando la puerta culé. Abriendo el muro de que había levantado ante sus aspiraciones. En el 88 Griezmann recibió de Gaitán, amagó y encañonó un zurdazo cruzado que lamió el poste y Gameiro remataría fuera un despeje trompicado de Cilessen a continuación. No llegó a la orilla el esfuerzo apoteósico rojiblanco, que se sobrepuso a los mordiscos con unos segundos 45 minutos que volvieron a incendiar su mística. Así pues, partido de dominio alterno, con expresiones excelsas de cada guión, del que terminó sobreviviendo un Barcelona que comparecerá en el Camp Nou el próximo martes en ventaja (el cuarto clasificado liguero lo hará con lña autoestima florida y sin Gabi, que fue amonestado). Qué complicado es que defrauden las conversaciones entre estos dos gallos.
Ficha técnica:
1 - Atlético de Madrid: Moyá; Vrsaljko (Fernando Torres, m. 46), Savic, Godín, Filipe; Juanfran, Gabi, Koke, Saúl (Gaitán, m. 58); Carrasco (Gameiro, m. 69) y Griezmann.
2 - Barcelona: Cillesen; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti, Alba; André Gomes (Rafinha, m. 71), Mascherano, Rakitic (Denis Suárez, m. 57); y Messi, Luis Suárez y Neymar.
Goles: 0-1, m. 6: Luis Suárez. 0-2, m. 33: Messi. 1-2, m. 59: Griezmann.
Árbitro: De Burgos Bengoetxea (C. Vasco). Amonestó a los locales Saúl (m. 31), Savic (m. 38), Griezmann (m. 74) y Gabi (m. 84) y a los visitantes Neymar (m. 63), Messi (m. 89) y Mascherano (m. 90).
Incidencias: partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 54.000 espectadores.