El trágido brete causó la muerte de 80 personas en el verano de 2013.
En junio de 2013 el accidente de un tren Alvia en Santiago provocó la muerte de 80 personas. Más de un lustro después ha comparecido el maquinista que pilotaba aquel convoy, Francisco José Garzón Amo. Lo ha hecho en el Congreso, en la Comisión de Investigación que escudriña aquel siniestro. Y, acompañado por su letrado, ha vuelto a pedir perdón a las víctimas y a las familias, reconociendo que sufrió un despiste al recibir una llamada rutinaria del interventor del tren.
En su primera alocución, que ha leído el secretario de la comisión ante la imposibilidad de hacerlo el maquinista debido a la emoción, ha explicado la idoneidad de escuchar la grabación completa de la conversación que mantuvo con el puesto de mando de Atocha instantes después del accidente.. En esa charla admitía que iba a 179 kilómetros por hora y no a 80, tal y como se filtró en aquellos días. Y en esa cinta también se descubrió una queja, desconocida hasta la fecha.
Garzón Amo denunciaba la falta de señalización y de medidas de seguridad de la línea. "Dije que algún día esto iba a pasar, que éramos humanos", ha recalcado antes de señalar que la "peligrosa" curva de Angrois quedaba sólo "en manos del maquinista". Esa defensa no se ha visto refutada por la difusión de la grabación, orden implementada por la Mesa de la Comisión. Sin embargo, Gabriel Rufián -portavoz de ERC- ha querido reproducirla a través de su teléfono móvil durante su turno de palabra.
"Las señales sólo se pusieron después del accidente"
Ante las reiteradas críticas del resto de portavoces por la actitud de Rufián -al que ha acusado que de hacer "un numerito" para hacer una "utilización partidista del dolor"-, Feliu Guillaumes -diputado del PDeCAT y presidente de la Comisión- le ha llamado al orden y le ha impedido que completara su ademán. Y es que estos documentos, como la grabación, sólo se pueden usar si son facilitados por la autoridad judicial. El brete ha conllevado la suspensión de la sesión durante unos minutos.
Ha sido Alexandra Fernández -portavoz de En Marea- la que ha acabado por leer el contenido literal de la conversación, en la que el maquinista insiste sobre el peligro de la curva en la que descarriló el tren y de la que había alertado repetidamente a sus superiores. Antes del accidente. "Las señales solo se pusieron después", ha denunciado Garzón Amo, quien ha afirmado que solo quiere vivir "en paz" y que preferiría haber muerto en el accidente si, con ello, se hubiera salvado algún pasajero.
"¿Piensa que fue un cabeza de turco?", le han cuestionado desde En Marea. El maquinista ha relatado su malestar por la manera en la que fue detenido, coincidiendo con la llegada del ministro a Galicia. Y ha subrayado que mientras entraba en la curva de Angrois estaba hablando por teléfono con el interventor del convoy. Un llamada "fatídica", ha resaltado, que estaba obligado a atender, pero que le llevó a despistarse de la velocidad del tren.
El interventor confirma la llamada pero no ha escuchado nunca que la curva sea peligrosa
El conductor ha lamentado que Renfe no hubiera efectuado una valoración del riesgo de atender esas llamadas por la pérdida de "consciencia situacional" que puede suponer. Y tras su paso por el micrófono ha emergido la figura del interventor del tren, Antonio Martín Marugán. Ésta otra pieza de las pesquisas ha dado veracidaz a la versión expuesta: confirmó que instantes antes del accidente llamó al conductor del convoy para hacerle una consulta sobre una próxima parada en la localidad de Pontedeume.
Fue en torno a minuto y medio de charla de una llamada habitual, que se realiza a través de un teléfono corporativo que le proporcionaba la empresa, ha narrado Marugán, quien no ha vuelto a prestar servicio en Renfe y ha compartido su creencia de que la compañía ha recomendado a su personal que limiten este tipo de conversaciones con los maquiniestas a lo imprescindible. "Nunca escuché nada de la peligrosidad de esa curva de Angrois", ha remarcado para despedirse subrayando que él no atendía cuestiones técnicas o de conducción del convoy, que eran competencia exclusiva del maquinista.