Se cumplen 50 años de una de las imágenes más emblemática de la historia del deporte.
El 16 de octubre de 1968 se corrió la final olímpica de 200 metros lisos en México. En la competición triunfarían Tommie Smith -oro- Peter Norman -plata- y John Carlos -bronce-. Smith y Carlos (récord mundial con 19.92 segundos), estadounidenses, partían como favoritos y formaban parte del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, asociación civil que denunciaba la segregación racial en Estados Unidos. Por lo que aquel desenlace de la prueba depararía un podio de rango emblemático.
Norman, australiano y que nunca había bajado de 20.5, batió el récord olímpico con 20.2 en las rondas previas, mientras que Smith y Carlos marcaron 20.1 en las semifinales. En la lucha por las medallas el interés deportivo se disparó. John Carlos lideraba la prueba a la salida de la curva, pero Smith remontaría con una progresión maravillosa en los 60 metros postreros. Se haría con la presea dorada y su compatriota con la tercera plaza, pues también fue superado por Norman en ese trecho decisivo.
Pero lo que se recuerda de esa noche fue la ceremonia de entrega de las medallas. Smith y Carlos se presentaron descalzos y lucieron un emblema del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos sobre las siglas USA de su pecho. Se estaba cocinando una instantánea mítica. El ganador se enfundó una bufanda negra al cuello y el bronce se colocó un collar de cuentas, para denunciar la pobreza y la discriminación que sufrían los de su raza en su propio país. El protocolo había saltado por los aires.
Y cuando comenzó a sonar el himno de EE.UU. los dos atletas inclinaron la cabeza y alzaron un puño que habían enfudado en un guante negro. Peter Norman también se pegó el símbolo del Proyecto Olímpico pegado en la chaqueta. "Creo en lo mismo que vosotros. ¿Tenéis otra para mí? Así podré mostrar mi apoyo a vuestra causa", les dijo a sus rivales cuando les vio con la insignia. A partir de ahí la amistad entre los tres se hizo eterna, más aún cuando la solidaridad del australiano le costó el ostracismo en el resto de su carrera -no le dejaron ir a los Juegos de Múnich'72-. Las consecuencias personales -Smith y Carlos fueron expulsados del equipo y de la Villa Olímpica, y la mujer del segundo se suicidó por la presión norteamericana- les unirían de por vida.
Medio siglo después de aquello Tommie Smith ha ofrecido su visión sobre lo ocurrido en una charla mantenida con la UNAM mexicana. "Nuestra declaración, lo que hicimos en el podio, lo planeamos minutos antes de subir. Es algo que obviamente me han preguntado en más de una ocasión: 'Bueno, ya llevabas los guantes contigo. ¿Acaso no los conseguiste con antelación?'. Claro, por supuesto. Yo estaba preparado para hacer algo, pero todavía no sabía qué. Me decidí en uno de los túneles y lo planeamos minutos antes. Así que Tommie Smith, Peter Norman y John Carlos hablamos de ello y de lo que podía pasar si los tres hacíamos lo mismo. Porque de esa forma nuestra declaración sería mucho más fuerte", avanza en su relato.
"Pensábamos que hacerlo sería algo incuestionablemente positivo para nuestra lucha por los Derechos Humanos. Pero fue visto de manera negativa por la gente debido a que se relacionó con el saludo del Black Power. Se miró al gesto como una crítica a los procesos de igualdad. Pero no lo era. Se trataba precisamente de lo contrario. Trataba de la esperanza por la libertad. Del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos. No de los derechos de los negros, ni del derecho de los latinos o asiáticos. Se trataba de los Derechos Humanos, que viene a ser la culminación de la especie humana. Y ahí es donde reside el poder de lo que hicimos", reflexiona.
Tras hacer una mención al asesinato de estudiantes que perpetró el Estado mexicano en Tlatelolco, Smith expuso que "fue un muy necesitado reclamo para cambiar la sociedad". "Verás, un gesto como ese no se había hecho nunca antes, especialmente por parte de los atletas de la comunidad negra. Fue la primera vez en la historia del atletismo en la que unos atletas tomaban una postura específica pararepresentar o involucrarse en un movimiento como el Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos. Y hubo muchos que decían: '¿Por qué tenéis que involucrar al atletismo en eso?'. Bueno, yo no era más que un atleta y traté de usar mis capacidades para lograr un cambio, con una acción positiva, intuitiva, llevaba a cabo por atletas. Y que involucraba al planeta entero", argumenta.
"Lo del podio no debió pasar tampoco, pero lo tuvimos que hacer para exigir un cambio a la sociedad. Fue una iniciativa social. No puedo impedir que ocurran cosas, pero al lograr llegar a ese podio tuve acceso a cierto poder y usé mis habilidades para tratar de ayudar a que la gente avanzara. Este es uno de los grandes problemas de la naturaleza humana: la identificación de las necesidades a través del sacrificio. Hay aspectos redentores en los sacrificios positivos, pero tienes queestar dispuesto a sacrificar algo de ti. Hay que encontrar una causa por la que valga la pena sacrificarse y encontrar la plataforma para llevarlo a cabo, prosigue.
Y se despidió después de reseñar que "no hay forma de que cocines algo en el horno sin que avives el fuego y lo que hicimos en el podio fue poner la comida en el horno y fueron las personas las que incrementaron el calor para que funcionara y tuviera algo positivo para el sistema". "Hay relevancia en luchar contra el statu quo. Pero tienes que tener un propósito claro para hacerlo ya que el statu quo siempre tendrá a la ley de su lado. Las leyes se pueden cambiar, pero tienes que sacrificarte para lograrlo. No alientes la protestas si no tienes la intención de vivir una experiencia formativa, de conseguir un resultado positivo. Habrá problemas. Y ojalá que que aquellos que quieren el cambio no formen parte del problema. Y mientras el planeta siga girando los cambios serán relevantes para el avance de la humanidad", sentenció.