Nada se para en agosto, aunque parezca que el mundo ha he echado el freno. Y menos aún en el Vaticano, donde a pesar de que muchos de sus funcionarios que visten sotanas moradas y rojas, se van de vacaciones, la Santa Sede no cierra y menos con un Papa, FRANCISCO, acostumbrado a tomar decisiones muy estudiadas e inesperadas para muchos.
En España no tenemos Nuncio. Hay ya varias sedes con arzobispos que han presentado su renuncia por haber llegado a los 75 años, como Valladolid, Toledo y Burgos, y se aproximan otras que van a hacer que el panorama eclesiástico español cambie profundamente en tres años, sobre todo cuando en la Asamblea Plenaria de la primavera habrá elecciones para una nueva cúpula de la Conferencia Episcopal y todo parece indicar que el actual Presidente y arzobispo de Valladolid, Cardenal Blázquez, no repetirá.
Ahora comenzarán los bailes de nombres y las alianzas, que también se dan en estamentos eclesiales, y suponemos que los nuevos y jóvenes aires impulsados por FRANCISCO entrarán en la Iglesia española, de la mano, eso sí, de los cardenales Omella y Osoro, hombre de confianza del Papa.
Los interesados ya están publicando nombres de unos y otros para las diferentes sedes, pero será el Papa, como no podía ser de otra manera, que liberado de ataduras pasadas, nombre a los nuevos responsables de los diferentes episcopados, que será hombres que no duden ni un momento del magisterio papal y que estén más cerca de las periferias, que de los palacios.
Además , no sería extraño que en el próximo consistorio FRANCISCO nombrará algún nuevo cardenal español, que también esté en su sintonía y que ha realizado un gran papel al frente un arzobispado muy complicado.
Habrá que esperar al Nuncio, que suponemos llegará muy pronto.