Los datos personales se han convertido en la verdadera materia prima del siglo XXI. Cada búsqueda que realizamos en Google, cada foto que subimos a Instagram, cada compra online que realizamos en Amazon, cada vídeo que vemos en Youtube... Todos esos 'clics' y 'taps' dejan una huella digital que las compañías tecnológicas están aprovechando para generar valor a costa de nuestra vida. Y, a juzgar por sus resultados, lo están consiguiendo.
De las 10 empresas más grandes del mundo por capitalización bursátil, siete son grandes tecnológicas. Las estadounidenses Microsoft, Apple, Amazon, Google o Facebook y las chinas Alibaba y Tencent han ido desplazado del top ten a históricas petroleras como Exxon o Chevron, multinacionales de las telecomunicaciones como AT&T o General Electric o gigantes de los bienes de consumo como Procter & Gamble o Waltmart... En apenas una década la tradicional aristocracia económica mundial ha sido desbancada por las nuevas compañías surgidas a la luz de la Revolución Digital.
En Alquimia: cómo los datos se están transformando en oro (Deusto, 2019), los expertos en procesamiento de datos y directores del máster en Ciencia de Datos para Finanzas en CUNEF, Juan Manuel López Zafra y Ricardo A. Queralt Sánchez de las Matas desgranan y analizan las razones que están posibilitando una transformación radical no solo del mercado global, sino también de nuestras pautas de conducta y hábitos de consumo.
Según los expertos, pese a que normalmente nos referimos a los datos como el 'petróleo del siglo XXI', estos se parecen más a un metal sin pulir. La labor del alquimista, es decir, del científico de datos, es ‘convertir ese plomo en oro’. El Homo Sapiens está dando paso al Homo Algorithmus y nuestros datos alimentan cada día los motores de la Cuarta Revolución Industrial.
Entrevista a Juan Manuel López Zafra
¿Qué camino debe seguir un dato para pasar de irrelevante a valioso?
El dato debe estar digitalizado, porque en papel es plomo puro. Desde el momento en que el dato (una fotografía, una conversación, una compra online…) queda registrado digitalmente es muy sencillo crear un algoritmo para localizarlo. A partir de ahí, tenemos todos los instrumentos para rastrear, buscar, y obtener patrones de comportamiento, que deberán ser validados por un algoritmo de aprendizaje automático. Esto supone el 99% del proceso. Lo que nos queda es ponerlo en valor, sabiendo, por ejemplo, que una determinada persona que vive en un determinado lugar ha comprado un artículo y si le ofrecemos otros relacionados existe una alta probabilidad de éxito.
El precio a pagar por navegar por internet somos nosotros…
El valor de los datos está en nuestro comportamiento. Aunque no nos demos cuenta nuestra huella digital da pistas enormes a los intervinientes del proceso de navegación digital, que pueden ser directos (cuando estoy en Amazon, interactúo con Amazon) o indirectos (a través de las cookies, que espían nuestras búsquedas online). Hace poco busqué monturas de gafas online y desde ese momento la mayor parte de la publicidad que veo en Instagram es no solo de monturas, sino también de lentes progresivas.
Mucha gente se sorprende de que estas prácticas sean efectivas…
Lo son. Podría parecernos ridículo que alguien responda al correo electrónico de una persona que dice ser hijo del rey de Nigeria y tiene una fortuna que no puede utilizar, pero si ha enviado 100 millones de mails, con que el éxito sea de un 1 ‰ la operación ya habrá sido un éxito.
"Para las nuevas generaciones la privacidad ha dejado de ser un valor: son totalmente transparentes"
Al haber nacido en el seno de la Revolución Digital ¿no están más blindadas las generaciones Z o T contra estas triquiñuelas digitales?
De hecho, son más inconscientes. Para ellas la privacidad ha dejado de ser un valor: son totalmente transparentes. Este verano se puso muy de moda una app rusa que nos hacía a todos más viejos. Después, cuando los medios alertaron de que esta aplicación se quedaba con nuestros datos para siempre, muchos se la desinstalaron, pero ya era tarde porque habían cedido de forma perpetua cientos de millones de imágenes a la empresa, que las aprovechó para generar patrones de envejecimiento y entrenar a un algoritmo de forma gratuita.
¿Hacia dónde evoluciona el sistema económico y qué impacto tendrán en el las sucesivas revoluciones tecnológicas?
En mi opinión, el principal problema que plantea la revolución tecnológica actual es el tiempo. De la primera revolución a la segunda pasaron más de 100 años, de la segunda a la tercera unos 70, pero todavía hay países que siguen pasando de la tercera a la cuarta. Los tiempos son cada vez más cortos y los sectores tradicionales no se han adaptado al ritmo necesario.
¿Están nuestros políticos a la altura?
Mi crítica fundamental a la clase política se basa en la incapacidad de ordenar y jerarquizar sus decisiones para que lo importante coincida con lo prioritario, que, básicamente, pasa por mantenerse en el poder. La mayoría no son conscientes de la magnitud de la transformación tecnológica porque siguen pensando en términos de generación. Un político en una democracia liberal es cortoplacista, tiene un periodo de caducidad. No hay vocación para sentarse y hablar de las necesidades de la sociedad. No son capaces de verlo.
"Debemos aprender a utilizar lenguajes para comunicarnos con las máquinas, del mismo modo aprendemos a hablar inglés"
¿Estamos educando a las futuras generaciones para adaptarse a ese futuro ultratecnificado?
En España, no. En Vietnam, por ejemplo, los niños con ocho años ya aprenden a programar en Python. En Francia lo hacen a partir de los 14... Esto no quiere decir que la programación vaya a cambiar el mundo pero debemos aprender a utilizar lenguajes para comunicarnos con las máquinas, del mismo modo que aprendemos a hablar inglés. En caso contrario, estaremos incapacitados para comunicarnos con el resto del mundo.
¿Cree que la renta básica es una opción viable para paliar el desempleo que causará la automatización masiva de procesos?
El país con más robots del mundo es Corea del Sur. Y tiene un 3,5 % de paro. El problema no es la robotización, sino la adaptación. Obviamente va a haber un shock a corto plazo. En un primer momento debemos ayudar a todas las personas que vean como una máquina les sustituye en su puesto de trabajo, pero dar una renta básica universal para siempre a todo el mundo me parece insostenible porque generaría un efecto llamada.
El artículo 18.4 de la Constitución Española, que desarrollan la Ley Orgánica de Protección de Datos y el Reglamento General de Protección de Datos, dice: “La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos”. ¿Se ajusta la realidad a esta disposición normativa?
¿Acepta las condiciones del servicio? Sí. ¿Se ajusta a la realidad? Sí, porque has dado tu consentimiento.
"La única posibilidad de regular internet es la prohibición, bloqueando todos los accesos a la sociedad de la información"
Aún así, parece que algo falla… ¿Está bien regulado el entorno digital?
Fallan muchas cosas. Sinceramente, me parece imposible de regular. La única posibilidad de regulación es la prohibición, bloqueando todos los accesos a la sociedad de la información.
¿No hay un camino intermedio?
¿Cómo se regula el consentimiento informado? Es muy difícil. Hay empresas que saben perfectamente el nivel de batería de nuestros teléfonos. Esto, aunque pueda parecer inútil, ofrece interesantes posibilidades a ciertas empresas. Por ejemplo, si contratamos un servicio de transporte de madrugada para volver a tu casa a través de ciertas aplicaciones, que monitorizan nuestro nivel de batería, y saben que nos queda un 10 %, quizás nos ofrezcan un precio más alto que si tuviéramos un 80 %, con independencia de la demanda.
¿Eso es legal?
Sí porque hemos prestado nuestro consentimiento. Damos nuestra alma al diablo desde el momento en que aceptamos ceder nuestros datos sin ser conscientes de que al otro lado se utiliza toda esa información.
En sus memorias recientemente publicadas, Snowden afirma que “si no actuamos ahora, la manipulación humana superará los límites de la imaginación" y también anima a tomar el control de nuestros datos, eligiendo a quién se los cedemos y a qué precio. ¿Ve esta opción viable?
Es algo que Telefónica ya ha propuesto en su Cuarta Pared. Tendríamos que ir hacia eso. En general, no somos conscientes de lo que valen nuestros datos.
¿Hay un mercado de compraventa de datos?
Siempre lo ha habido. Empezó con el spam, que ya está mucho más controlado por la LOPD, pero hay un mercado en el sentido de que los algoritmos pueden comprarse y venderse. Y esos algoritmos han sido perfeccionados gracias a los datos de la gente. Otra forma es mediante la adquisición de empresas. Facebook pagó 22.000 millones de dólares por WhatsApp y todo el mundo se echó las manos a la cabeza. Pero Zuckerberg sabía que esta compañía de mensajería tenía cientos de millones de datos pero era incapaz de ponerlos en valor, de convertirlos en oro. Cosa que ellos sí pudieron hacer, como se demostró luego.
"Hillary Clinton contaba con el mejor grupo de analistas de datos de la historia de EEUU y, pese a eso, no fue capaz de batir al algoritmo de Cambridge Analytica"
Casos como el de Cambridge Analytica han puesto de manifiesto lo fácilmente manipulables que son los usuarios ¿Qué se hizo mal y cómo podemos prevenir que se vuelva a repetir?
Es un caso muy claro de gestión no ética del dato y, a la vez, de gestión muy profesional. Si nos olvidamos de que el acceso al dato no era legal (que debía haber impedido que CA funcionase) la gestión posterior por parte del equipo de Steve Bannon fue brillante. Hillary Clinton contaba con el mejor grupo de analistas de datos de la historia de EEUU y, pese a eso, no fue capaz de batir al algoritmo de Cambridge Analytica, que recomendó a Trump visitar los swing states, porque sabía que la votación se decidiría allí por cientos o miles de votos.
¿Cree que puede haber más casos como este, de los que no somos conscientes?
Sobre todo fuera del ámbito de las democracias occidentales. Se utilizan algoritmos en China, en Corea del Norte, y en otros países africanos, aunque no se hace para influir en el voto, sino para contentar a la gente.
Todo el mundo habla de China como el paradigma de Estado orwelliano. Sin embargo, a la luz de revelaciones como las de Edward Snowden o Julian Assange, da la impresión de que quizá los ideales de nuestros gobernantes no son mucho más elevados ¿China espía a sus ciudadanos de forma ‘oficial’ y los demás lo hacen de forma ‘oficiosa’?
La principal diferencia entre China y los países occidentales es que nosotros sí podemos acudir a la prensa o la justicia. Nos preocupa mucho la NSA (a mí también) pero no tanto China, porque allí no es una agencia sino el propio Estado, en connivencia con las grandes empresas del país, cuyos dirigentes son todos miembros destacados del Partido Comunista Chino. En Estados Unidos, trabajadores de Google o Microsoft se manifiestan porque sus empresas firmen contratos millonarios para ayudar al ejército a desarrollar ciertas tecnologías. ¿Cuántos empleados de Alibaba has visto haciendo lo mismo en China? Nos centramos en problemas, que son reales, pero que siguen siendo una mínima parte de los problemas de control de la sociedad que hay en el mundo.
Además de doctor en economía es actuario. Si tuviera que aventurar un porcentaje de riesgo de que vivamos un apocalipsis digital, como me han manifestado otros expertos, ¿cuál sería?
Creo que los sistemas políticos y las instituciones públicas y privadas son cada vez más conscientes de los riesgos derivados de la revolución digital. El ataque del ransomware Wannacry puso patas arriba muchas empresas y el NHS (sistema de salud británico) prácticamente colapsó. Eso fue un viernes. El lunes, muchas empresas del Ibex español habían cambiado radicalmente sus sistemas de ciberseguridad. Aunque siempre puede haber gente que vaya por delante, hay otras personas, muy bien pagadas, en organismos públicos y privados que luchan al mismo nivel.