Tiza roja, de Isaac Rosa, comienza con un prólogo inusual. En él su autor confiesa “no soy un escritor de cuentos. No me sale escribir relatos. Acumulo notas y cuadernos para una docena de futuras novelas, pero no tengo ni un pósit con una idea para un próximo cuento. Y sin embargo, he escrito y publicado más de un centenar en los últimos ocho años, y voy a seguir haciéndolo”. A continuación, explica como se gestó, en cuanto que todos son producto de encargos para revistas y periódicos. De ahí su original estructuración, que sigue las secciones de un diario, con los siguientes apartados: Política, Sociedad, Sucesos, Economía, Ofertas de Empleo, Anuncios por palabras, Ciencia y Tecnología, Cultura y Espectáculos y una final, que denomina “Última hora” y que se relaciona con la pandemia y el estado de alarma al que dio lugar. De esta forma reconoce su origen e impulso para elaborarlos.
Así, se incluyen más de cincuenta relatos que abordan cuestiones de actualidad y nos dan un retrato de lo que viene sucediendo en nuestra sociedad en los últimos años. El relato que abre sus páginas, “Toda esa furia”, nos presenta a uso personajes maltrechos y angustiados que intercambian unos con otros lo que no se atreven a decirles a sus jefes, y pagan su furia con sus hijos, sus parejas, sus amigos. Luego, por ejemplo, vemos la singular biografía de una persona a través de sus movimientos bancarios, o la nostalgia de un hombre recién despedido de los hoteles que se habían ido convertido en su casa, la vida estresada de padres y madres, la rutina y el cansancio de la gente..., o la aparición un día en la madrileña Puerta del Sol -en el cuento que da título al volumen- de una cifra misteriosa que va aumentando. Nadie sabe quién la escribe con tiza roja y se disparan las hipótesis y conjeturas, a la vez que se extiende la enigmática iniciativa por otras plazas de la geografía española.
“Las piezas seleccionadas serían el reflejo del desconcierto con que todos vivimos este tiempo, y de los intentos que hacemos por interpretar, dar sentido, reparar daños, anticipar el próximo golpe, imaginar alternativas”, señala Isaac Rosa. A veces revisados, ampliados e incluso, en algún caso, modificados, Isaac Rosa aborda en ellos asuntos sociales, generalmente con la crisis de fondo, y nos propone una acerada crítica social, como es habitual en el autor, invitándonos al debate. Dada la solvencia de Isaac Rosa en la crítica y la literatura de combate, siempre con el mismo punto de mira, sería estupendo que, junto a los habituales, aplicara su denuncia también a otros ámbitos y espectro, que haberlos haylos.