Agapito Maestre es filósofo, escritor y catedrático. Ha publicado decenas de libros, entre los que se encuentran El vértigo de la democracia,Otra realidad: diario filosófico, Ortega y Gasset, el gran maestro o Entretelas de España. Meditaciones sobre una nación moribunda, además de incontables artículos en El Imparcial y otros medios de comunicación. Hemos charlado sobre su última obra, La razón alegre, “una filosofía sobre el arte cinematográfico de Gonzalo García Pelayo” en palabras del autor.
-El libro es una celebración del cine de Gonzalo García Pelayo. ¿Cómo surgió la idea de escribirlo?
Bueno, también puede haber filosofía en el cine. La obra cinematográfica de Gonzalo García Pelayo tiene su comienzo en el 76. Desde el año 82 se detiene su obra, por distintos motivos y a partir de 2012 surge ‘Alegrías de Cádiz’. Entonces, yo veo algunas películas que me resultan muy interesantes desde el punto de vista, diríamos, del espectador imparcial, es decir del filósofo.
No es, salvo algunas películas, un cine comercial. Es otra cosa. Creo que es un cine muy poco ideológico. Es un cine, por así decirlo, muy cervantino, muy español y me interesaba mucho hacer un recorrido, un comentario a su obra.
Gonzalo García Pelayo es un artista, un cineasta y yo hago una reflexión, una estética. Tiene una motivación fundamentalmente filosófica.
-Según recoge en su libro, se ha dicho que el cine de García Pelayo es un eslabón perdido entre Luis Buñuel y Almodóvar, pero usted dice que esto no es así, explíqueme por qué.
Yo no lo he dicho eso, lo ha dicho algún crítico, que García Pelayo sería un eslabón perdido entre Luis Buñuel y Pedro Almodóvar. En el caso de Luis Buñuel, sobre todo es por eso que se llama ‘transubstanciación de la realidad’, pero creo que el cine de Gonzalo García Pelayo tiene que ver menos con lo onírico que el de Luis Buñuel. Y, en el caso de Almodóvar, es un cine más comercial que el cine de Gonzalo García Pelayo, esa es la diferencia.
Aunque esa apreciación que se ha hecho no es ideológica, yo creo que el cine de García Pelayo tiene su propia entidad, su arte ya contiene una estética, y esa estética es artística.
-Y además tiene un ‘primo lejano’, que sería Quentin Tarantino.
No, lo que digo es que Tarantino se ha podido inspirar en alguna de sus obras. La singularidad de la obra de Gonzalo García Pelayo lo hace merecedor de que otros se comparen con él.
-Sí, el cine de Tarantino se nutre de muchas referencias de ‘serie B’ y películas de ‘género’. Regresando a la filosofía, el título tiene reminiscencias nietzscheanas.
Bueno, nietzscheanas, no. Sin duda Nietzsche habló del ‘gay saber’, pero como muchos otros pensadores. En este caso, la razón de Gonzalo García Pelayo es parmenídea, es decir, no tiene nada que ver con Heráclito, sino con la alegría de Parménides. Es un filósofo del cine, un filósofo artista. Un filósofo de la unidad, en el que ser y pensar se identifican. Lo cual no dice que esté exenta la intuición, que esté exenta la inspiración, pero es un cine muy pensado.
-El famoso verso de Jorge Guillén – (…)El mundo está bien/hecho. El instante lo exalta-, que celebra el ser.
Claro, uno ve lo que lleva en su corazón. Si lleva bondad, pues en el otro ve bondad. Pero si lleva maldad, pues ya lo sabe usted.
Lo que es distintivo del cine de García Pelayo es hacer magia con la realidad misma, y sin salirse de ella, transmutar lo real. Lo ordinario lo hace extraordinario y a veces lo extraordinario se convierte en ordinario.
Es un cine alegre, que no se debe confundir con un cine pánfilo, un cine que todo lo acepta. Luego hay algo vital en la obra de Gonzalo. Frente a la tradición moderna que eleva lo sórdido, lo amargo, a la categoría de arte, no hay nada sórdido en su obra. No solamente no hay sordidez, sino que no hay beatería cultural.
La vida, incluso la vida del cine, es más importante, pues, que el concepto, que la filosofía, que la literatura, que la obra. Y eso es un concepto, y es importante, también. Por eso hace un ‘cine de cine’, que es otra de las características de toda su obra
Si a usted le gustan los toros sabrá que José Tomás es un gran torero, pero piensa mucho lo que va a hacer en la plaza. Él quiere hacer esa faena y aunque el toro lo derribe, lo cornee, vuelve a intentar hacerla.
Hay otro tipo de torero, como Morante de la Puebla, que es un torero artista. Lo que hace, lo lleva pensado, pero su primer pensamiento es que no lo pille el toro.
Pues yo creo que entre José Tomás y Morante de la Puebla está el cine de Gonzalo García Pelayo. Es una faena pensada, pero hay algo que es más importante que la faena pensada, que es salir ileso de la plaza.
-En el libro se habla mucho de filosofía.
No, no. Se habla de cine, de cine filosófico. Yo hago una filosofía sobre el arte cinematográfico de Gonzalo García Pelayo.
-Explíqueme eso mejor.
Muy sencillo: si tú vas a ver una película de Gonzalo García Pelayo pues la risa, el humor, ya está incluido en su cine. Es una risa de estirpe cervantina. Nos revela al ser humano en su tragedia, en su miseria. En vez de lamentarse o de llorarlo, pues se ríe. Nos hace reír de verdad. Nos reímos de lo grotesco de la humanidad, sin despreciarla. Porque forma parte del sentido de la realidad. A partir de ahí, aparece ante nosotros como algo normal. Mire usted ‘Corridas de alegría’, por ejemplo. La alegría de Gonzalo no es infantilismo ridículo.
-Me hace referencia a lo pánfilo, ¿qué quiere decir con ello?
Me refiero a lo políticamente correcto, o al realismo socialista que es lo mismo. Es decir, la idea es la misma: la reducción de la realidad a mera ideología, a mentira, a engaño. Otra cosa es la bonhomía, eso es muy importante.
Luego hay en todo ese ‘cine de cine’ una aventura. Muestra las grandes aventuras. Vivir al límite. Pues así vive García Pelayo en su genial locura. La genial locura es transmutar lo real circundante en un género en sí mismo, en una transmutación constante de lo ordinario, como decía antes, en extraordinario.
También verás que hay un canto a la amistad. La necesidad de hacer amigos, el disfrutar haciendo amigos, la vida como amistad.
Lo que se hace en este libro es dialogar, ponerlo a dialogar con otros grandes artistas de la amistad, o teóricos de la amistad. No ya solamente con los clásicos como Aristóteles, sino también con contemporáneos. Por ejemplo, el libro de ‘Petón’ sobre la amistad y Pepín Bello –‘La desesperación del té. 27 veces Pepín Bello’, de José Antonio Martín Otín, ‘Petón’, en Pre-textos, 2008-.
Igual que ponerlo a dialogar en ese sentido que tiene Gonzalo de lo sacro, de lo sagrado. Por ejemplo, una película suya, extraordinaria, ‘Rocío y José’, que muestra una cofradía de Triana en Sevilla, hasta llegar al Rocío. Pues ahí, muchas veces, esas sevillanas rocieras son cantos teológicos, es decir, tienen el sentido de lo trascendente.
-Además de amistad, también se habla del amor erótico.
El cine de Gonzálo es ‘ta erotiká’, él es un especialista en asuntos de amor. En el caso del sexo es el amor puesto a prueba, igual que la amistad, a través del sexo, o viceversa.
Incluso, lo último que ha hecho es una película pornográfica, que en realidad es una crítica al cine pornográfico. Eso es ‘cine dentro del cine’.
-La música también es muy importante en el cine de García Pelayo.
Nunca es acompañamiento, es razón musical, es pensamiento musical, eso es maravilloso, la música en los aires de la alameda, el rock andaluz, que incluso él ha intentado, es una cosa maravillosa.
Si tú ves ‘Manuela’, basada en la gran novela de Manuel Halcón, verás que la música no es acompañamiento, en absoluto, es otra razón musical, es una melodía.
Si repasáramos su obra… Hay películas que son un canto a la inocencia, como 'Niñas', también a la sospecha. Luego hay películas que parece que son narrativas y son pura explicación como es sobre ‘Mujeres y vida’ o ‘Sobre la marcha’.
Igual que ‘Corridas de Alegría’, donde la acción es permanente y nadie sabe lo que va a pasar en la próxima escena, solamente el director.
O cómo resuelve algunos finales. Puede parecer azaroso pero es fruto de la reflexión, fruto del pensamiento. Tiene el eje de la realidad.