Los toros en Brihuega, para no volver

Las alteraciones del cartel de Brihuega empezaron el Domingo de Ramos cuando Emilio de Justo sufrió una grave lesión en Las Ventas. El Sábado de Gloria, José Antonio Morante de la Puebla resultó lesionado en la re-inauguración de la plaza El Arenal de La Línea de la Concepción. El diestro mantuvo su compromiso el Domingo de Resurrección en la Maestranza, pero pasada una semana canceló su aparición en Brihuega, comunicándolo el viernes por la noche.

Las lesiones, impredecibles, no fueron el único mal que acechaba la tarde de toros en la plaza de la Alcarria. Hace diez días se esperaba una gran borrasca. Así sucedió: por la mañana y durante el día cayó agua suficiente para llenar los pantanos y, ¡qué decir del redondel de la Muralla! Los espectadores suspensos. ¿Qué hacer? ¿Vamos o no?Las taquillas, mejor dicho, los organizadores del festejo dejaron responder el teléfono desentendiéndose del público que venía de toda la Comunidad de Madrid, Guadalajara, Castellón… de toda España. Una actitud poco considerada.

Llevados por la buena fe, los espectadores acudían a Brihuega. Sin embargo, su Odisea no acaba en la villa de Brihuega. Acababa unos kilómetros antes de llegar al destino porque las autoridades locales cortaron la entrada al pueblo. Los espectadores se vieron obligados a aparcar en un despoblado y proseguir el camino en un autobús. El vehículo sin número de ruta, ni horario, ni cualquier otro tipo de identificación. Bien. Eran casi los seis de la tarde y la corrida a punto de empezar. ¡Pa´lante! Aún así, muchos indagaron hasta qué hora se mantendría el servicio del bus-fantasma. El conductor cordialmente aseguró que no tenía otro quehacer esta tarde que bajar y subir la cuesta que separaba los coches de sus propietarios. Bien. Allá vamos.

¡Menuda la sorpresa que nos esperaba al llegar! Finalmente, lo único que se cumplió fue la borrasca. Ni Morante, ni Ginés, ni Urdiales. La cancelación in fraganti. Los diestros vestidos de luces han posado delante de las numerosas cámaras manchándose las zapatillas hasta el tobillo en el barro. Los charcos se apreciaban al vuelo de pájaro, pero parece una costumbre bien arraigada es la de vestirse de luces para comprobar el lamentable estado del rudo. Nihil nuovo… Ya lo hemos visto muchas veces en Las Ventas, que pasa por ser un el coso de más abolengo del mundo, ¿por qué no hacerlo en Brihuega?

Arranca una vuelta surrealista en la busca del coche aparcado a tres kilómetros del centro: no hay ni autobús, ni taxis. Una agente de la guardia civil informa: el/la/lo concejal/a/o asegura que el bus sigue en servicio. Bien. Hay que amarrarse los machos, o lo que sea, porque el frío es de día de Reyes. Pasan 15, 20, 40 minutos …. Somos ya más de veinte esperando el bus. Y este no llega ni por asomo. Hay gente de todas las edades y hechuras, pero pocos entusiastas taurinos quedan que querrán regresar a Brihuega. Afloran las historietas del año pasado cuando montaron un aparcamiento de pago y lo cerraron con los coches dentro. ¿Regresar andando? Es que son más de 60 kilómetros, en algunos casos 160. El rescate vino por parte de unos amigos, conocidos, buena gente, que regresó a recoger los desgraciados que tenían puesta su esperanza en los servicios públicos.

Un festejo fariáo. Totalmente. Ni siquiera se ha hablado de si iban a devolver el coste de las entradas. Como decía el Quijote: que no nos sentimos agraviados “castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo halla”. Lo malo es el daño que estos desmanes arbitrarios causan a los diestros y a la fiesta. Para no regresar.

La mala gestión

La empresa encargada del coso, Campo Bravo Alcarreno S.I., estuvo ausente ayer para la devolución del precio de las localidades. El público, que acudió de toda España, no consiguió enterarse de cómo recibir el dinero de su localidad. Las taquillas de la plaza estaban cerradas a cal y canto. La tarde era de perros. Frío y frío. Los espectadores intentaban saber cómo podían recuperar el dinero de sus localidades. Pero la empresa responsable no estaba en parte alguna. Por casualidad algunos espectadores, que daban vueltas por el pueblo, se percataron de que la devolución de las entradas podría llevarse a cabo en un hostal llamado Villa de Brihuega. Por desgracia, quienes compraron las entradas por internet no recibirían el dinero, según reza en el cartel que aquí adjuntamos. Sí, quienes se acercaron al hostal, descubrieron que uno de los carteles decía: “Las entradas adquiridas en Taquillaoficial y Servitoro serán devueltas de la misma forma de compra” y “Unicamente se devuelvan las entradas adquiridas en el Hostal Villa de Brihuega y en teléfono xxx”. El local estaba lleno de gente, con lo cual, muchos viendo el anuncio sobre la devolución a sus correspondientes tarjetas electrónicas, pusieron pies en polvorosa y se largaron de Brihuega.

El domingo, 24 de abril, quienes se pusieron o en contacto con los plataformas de internet por las que compraron sus localidades se enteraron de que no lo recuperarían. Servitoro no se responsabiliza de la devolución que se realizaría en el mencionado hostal en Brihuega, según indicaciones del organizador del festejo. Saltan las alarmas. Se ponen en contacto con los organizadores y estos insisten en la devolución en Brihuega como la única posibilidad hasta las 14:00 h. del día 27 de abril. Es decir, en la época de digitalización, cuando el público dispone de la posibilidad de comprar entradas en cualquier pueblo de España, no es posible recibir un reembolso por la misma tarjeta de pago. Las plataformas de reventa y los organizadores han puesto a sus clientes en una situación impresentable: o haces el viaje a Brihuega, que para muchos son más de 400 kilómetros, o pierdes el dinero.

¿Estamos ante un fraude o una mala organización? El tiempo lo dirá. De momento, muchos espectadores ya han denunciado la cosa en las diferentes.