En septiembre del pasado año, el Museo del Prado publicó un informe provisional que recogía un total de 62 obras en sus colecciones provenientes de incautaciones -de las que en una de ellas se ha demostrado no tener este origen-,y anunció la apertura de una línea de investigación que arrojara datos definitivos sobre la procedencia de estas obras.
Las conclusiones del estudio encargado al catedrático y profesor emérito Arturo Colorado Castellary, experto en patrimonio y Guerra Civil, y en el que han colaborado Alberto García Alberti e Ignacio González Panicello, elevan a 70 la cifra de obras que se encuentran en sus fondos procedentes de incautaciones a las que se podrían sumar, tras una investigación interna, 7 medallas y 89 dibujos cuya procedencia en origen es desconocida.
El número de obras procedentes de los envíos de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico al Museo del Prado y al Museo de Arte Moderno (cuyos fondos se adscribieron al Prado en 1971) asciende a 32 piezas, y las procedentes de las entregas en depósito del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional a 38.
En su investigación, Arturo Colorado destaca que es importante, para contextualizar históricamente estas entregas, diferenciar claramente entre las obras enviadas para su conservación a los almacenes de los museos del Prado y de Arte Moderno por la Junta del Tesoro Artístico republicana durante la guerra y las adscritas en depósito a ambos museos por el Servicio de Defensa del Patrimonio franquista en la posguerra.
En los casos en que ha sido posible (23 de estas obras se hayan en un estado de conservación que hace imposible su identificación), se ha localizado la documentación justificativa que constituye la base para trazar el periplo que siguieron, desde su incautación hasta su llegada al Museo del Prado.
El estudio ha podido identificar la procedencia de 10 de las pinturas con nombre y apellidos u origen concreto: Pedro Rico -alcalde de Madrid en dos ocasiones (1931-1934 y 1936)-, la iglesia de Yebes en Guadalajara o el Marqués de Villalonga son algunos de los propietarios originarios. A estas obras se añaden otras 2 con información de direcciones exactas, pero sin referencia al propietario.
Muchos bienes culturales depositados no pudieron retornar a sus dueños porque estos no lograron acreditar la propiedad, habían fallecido, se encontraban exiliados, habían sido represaliados o simplemente eran desconocidos por no haber quedado registrados sus nombres en las actas de incautación.
En la investigación realizada por Arturo Colorado se han podido localizar los mpropietarios en origen de 12 de las obras incautadas durante la Guerra Civil o de las entregas en depósito, y por lo tanto desviadas, durante la posguerra.