Pedro Sánchez utiliza el Parlamento como si se tratara de la sala de Prensa de Moncloa. Como la pasada semana, que compareció en el Congreso a petición propia para dar un interminable mitin sobre las supuestas bondades de su gestión económica y sus éxitos en Bruselas. Pero ahora, elude dar cuentas de una decisión tan trascendental para España como el envío de tanques Leopard a Ucrania. Una decisión, consensuada con la OTAN y los aliados europeos, que va a cambiar el rumbo de la guerra, que va a recrudecer los ataques de Putin y que probablemente va a frenar aún más el avance de la invasión rusa.
El Gobierno, y en especial el presidente, se llenan la boca con la “supremacía” de la soberanía popular despreciando la separación de poderes, como al eludir al Tribunal Constitucional cuando intentó asaltarlo con el cambio de reglas para elegir a los nuevos magistrados. Pero es incapaz, porque le aterra, someterse a las críticas de sus socios de Gobierno y legislatura. Sánchez sabe que en el debate sobre el envío de armas a Ucrania tanto Podemos como ERC y Bildu se ensañarían con el “militarismo” de Sánchez con el entusiasta aliado de la OTAN. Y, sobre todo ahora en la precampaña electoral, prefiere eludir los ataques de la extrema izquierda que deteriorarían su imagen de “pacifista”.
Poco le importa despreciar una vez más al Parlamento. Y ni siquiera permite que comparezca Margarita Robles que se enfrentaría con su habitual claridad y valentía a los insultos de los aliados Frankenstein. Pero ante las críticas de la Oposición, de sus propios socios y de los medios de comunicación independientes, el Gobierno se ha inventado una excusa que suena a broma. Según la ministra portavoz, “llevar al Congreso esta cuestión conllevaría dar más información de la deseada a Putin”. Como si algún diputado tuviera interés en conocer la estrategia bélica de los tanques Leopard, que, por cierto, se encuentran en un estado deplorable, tras ser abandonados desde hace una década en la base militar de Zaragoza. El debate solo se centraría en los motivos de la implicación de España en la guerra. Y eso Putin ya lo sabe y, además, ni le importa. La excusa de Pilar Rodríguez no puede ser más torpe y desacertada.
Se trata, una vez más, del desprecio de Pedro Sánchez al Parlamento. Otra evidencia del autoritarismo del presidente del Gobierno que cree que no está obligado a dar cuentas de sus decisiones y, por tanto, su presencia en el Congreso debe ceñirse a sus intereses partidistas. La soberanía popular, a veces, puede ser un incordio si los diputados más afines preparan una emboscada que le dejaría al desnudo en su actitud de “pacifista” de salón.