Algunos dirigentes de Vox no han vacilado en utilizar, como a una marioneta, a Ramón Tamames, aun a costa...
Algunos dirigentes de Vox no han vacilado en utilizar, como a una marioneta, a Ramón Tamames, aun a costa de que el simpático anciano ególatra hiciera el ridículo. El prestigioso economista se merecía algo más que el esperpento perpetrado en el Congreso de los Diputados. No vale la pena prestar mayor atención al estrafalario espectáculo. El resultado estaba previsto y no sólo el rechazo abrumador a Tamames y a la moción de censura. Pedro Sánchez consumió largo tiempo ante las cámaras de televisión y ha sido el máximo favorecido del estrafalario circo, junto a Yolanda Díaz, la cual, por cierto, tuvo una excelente intervención, la mejor que la he visto y escuchado en los últimos años.
Cuca Gamarra justificó como pudo la posición del Partido Popular e insistió en que la moción de censura se había centrado en el elogio a la gestión de Pedro Sánchez y en la denigración de Alberto Núñez Feijóo. Patxi López, tal vez sobreactuado, demostró claridad de ideas, eficacia oratoria y robustez ideológica. Escuché y vi al resto de los oradores, en medio del naufragio general de aciertos, ideas nuevas y altura parlamentaria. Bien, Iván Espinosa de los Monteros e Inés Arrimadas. Coherente, Santiago Abascal. Impertinente, Gabriel Rufián. Eficaz, Errejón. Excelente, Lucía Muñoz. Discretos, Aitor Esteban, Tomás Guitarte, José María Mazón, Mertxe Aizpurua, Néstor Rego, Juan Baldoví y el resto de los representantes de los demás partidos.
Y Ramón Tamames. A pesar del esperpento para que hiciera el ridículo, el gran economista intervino acertadamente, con sentido del humor y alcance histórico. Hizo, entre otras muchas, una afirmación que, a mi manera de ver responde a la realidad, pero que en el día de hoy resulta especialmente significativa: la Monarquía parlamentaria es la mejor garantía de la estabilidad política de España.