El cartel de relumbrón, resultó ser de hojarasca. Sólo Emilio de Justo pisó el albero para torear, los otros dos parecía que iba de relleno o, peor, cavilando sobre su retirada. Los toros de La ventana del Puerto (3°, 4° Y 6°) y El Puerto de San Lorenzo (2° Y 5°), en general, de escasas fuerzas y pobre juego, excepto el lote que cayó en suerte a Emilio de Justo.
Langosto (2° 2/19) abrió la plaza. Apretaba por el pitón izquierdo desde los primeros capotazos. El toro llegó a la segunda vara de rodillas. Ha sido devuelto a los corrales. Tardan mucho en sacar al sobrero Panderito (El Vellosino 9/17). El morlaco iba huido y convirtió el tercio de banderillas en una persecución. De Justo recogió la desganada embestida por flexionados. Cargó la suerte y no perdió pasos. Tampoco se dedicó a dar paseos. Toreó. Una faena de buen son y ritmo, dominando al astado y llevándolo prendido sin dejarle tiempo para tarascadas. Ganas no le faltaban al bicho. Lástima que la estocada cayó muy delantera. Otra obra de gran mérito fue la faena a Cigarro (5° 3/18). Éste desmontó dos veces un burladero. No daba señales de franco, pero el matador con el capote le paró y lo puso en la suerte de varas por delantales exquisitos. Se desmonteraron los banderilleros, Morenito de Arles y Pérez Valcarce. Emilio de Justo toreó con la mano baja, ahormó la embestida y preparó al toro para un faenón: de pies quietos, ligando tanda tras tanda sin rectificar su posición, pero tampoco sin apretar: el contrario flaqueaba. El tendido acompañaba los pases con sonoros olé. El espada llevó al bicho por ambos pitones, logrando al natural pases profundos. La estocada entera, algo caída. Otra obra que se quedó sin premio.
José María Manzanares con Frasquito (1° 11/18 Valdefresno) y Sabueso (4° 12/17) hizo lo mismo: nada. Con el capote los mandaba fuera y con la muleta los toros se caían por su propio peso. Despedidos a bajonazos. El primero sobrevivió a siete intentos de apuntillar. El diestro con toda la desfachatez salió a saludar en su primero. Un escándalo.
Roca Rey se amilanó igual que los dos de su lote. La lidia ausente: los bichos tomaban varas a su gusto, es decir, al relance. Las faenas de siempre: el toro lleva la voz cantante manejando los terrenos del diestro; éste trata de solventar la papeleta con paseos, desafíos y otros pintoresquismos. O asuntando al público con cercanías que enojan a los astados y los transforman en peligrosos. Lanero (3° 10/17) estuvo siempre a punto de desarmarlo desde el capote hasta los últimos naturales. Despachado con una estocada baja y atravesada, provocando un feo derrame. Campito (6° 3/18), su segundo, idem.