Nuñez Feijóo, después de escabechar a Pedro Sánchez el 28-M, acaba de ponerle contra las cuerdas con su propuesta de ofrecer los votos del PP al PSOE para impedir gobiernos de Bildu. El líder del PP obliga al presidente del Gobierno a elegir entre un partido constitucionalista y otro que busca destruir España. De este modo, el jefe de la oposición tiende la mano a los socialistas en las plazas disputadas en Navarra y País Vasco, donde será necesario negociar para alcanzar Gobiernos con Bildu, más fuerte tanto en Navarra como en Pamplona, así como en el ayuntamiento de Vitoria y las localidades de Guipúzcoa.
Feijóo demuestra así su talante moderado y constructivo y, además, pone en aprietos a Sánchez, que aborrece cualquier acuerdo con el PP. Pero, de nuevo, en plena campaña electoral, al candidato socialista le interesa alejarse de los que han sido sus socios y que han contribuido decisivamente al rotundo fracaso del PSOE el 28-M. Pero la oferta de Feijóo no deja de ser envenenada. Pues si el presidente del Gobierno mantiene su política de pactos con los proetarras, no debería atacar al PP por acordar gobiernos con Vox. Aunque lo hará.
Porque buena parte de la campaña electoral se basará en denunciar los posibles pactos del PP con Vox y del PSOE con Bildu y ERC. Aunque por mucho que se empeñe la progresía mediática y política, no es comparable. El partido de Abascal defiende sin reticencias la Constitución y la Monarquía Parlamentaria. Los que han sostenido a Sánchez en La Moncloa, en cambio, apuestan por destruir la Carta Magna y crear una República. Y, hasta ahora, Sánchez ha preferido gobernar y legislar con Podemos, ERC y Bildu con la excusa de poner en marcha “políticas sociales” con esas fuerzas de la extrema izquierda.
El éxito electoral de Bildu el 28-M, que entre otros lugares puede gobernar Vitoria, la ciudad vasca más constitucionalista, obedece al impulso que le ha dado el Gobierno en el Congreso de los Diputados. El partido proetarra ha logrado un gran protagonismo en el Parlamento al contribuir a redactar leyes como la de Memoria Histórica y la Vivienda. Sánchez ha impulsado con su imprudencia habitual al auge del partido de Otegui, que en buena parte ha desplazado al PNV, que a pesar de su nacionalismo exacerbado es una fuerza política más moderada. El presidente del Gobierno tendrá que decidir si quiere continuar por el camino que le ha llevado al abismo. Sea como fuere, a nadie se le escapa que volvería a formar un Gobierno Frankenstein si le salen las cuentas tras las elecciones generales. Aunque ahora jurará y perjurará lo contrario. Como ha hecho siempre.