Pedro Sánchez se encuentra en Nueva York para asistir a la Asamblea General de la ONU. Mientras, el Congreso de los Diputados celebra que, en tiempo récord, en un abrir y cerrar de ojos, el Hemiciclo ya es plurinacional: caben todas las lenguas, todos los pinganillos y todos los traductores que sea necesario. El golpista prófugo acaba de marcar su primer gol y aplaude desde el palacete de Waterloo, que se ha erigido en el epicentro de los debates del Parlamento. En el pleno de este martes, por ejemplo, no se ha hablado de otra cosa: unos han tachado de esperpéntica torre de Babel la transformación del Hemiciclo y otros han defendido “el impulso a las lenguas cooficiales.” Puigdemont, como ha dicho su portavoz, “cobra por adelantado”. Y así lo ha hecho en Madrid. Ya vendrá lo difícil.
En Europa se antoja más enrevesado complacer al golpista catalán, porque un buen número de europarlamentarios considera una estupidez que se añadan lenguas, traductores… Y, menos aún, para apoyar a Sánchez en sus negociaciones con un político tan siniestro como el ex presidente de la Generalidad. El ministro de Exteriores español se ha llevado un chasco después de sudar la gota gorda al intentar convencer a sus colegas de las bondades de utilizar el catalán, el vascuence y el gallego en la Eurocámara. No parece haber convencido a ninguno. Todos saben el motivo de su interés y sus prisas. Ahora Albares lucha denodadamente para que, al menos, se acepte el catalán. Que es lo más urgente. Lo más vital para la sesión de investidura.
Quizás por eso, un embajador en la ONU ha deslizado un sarcástico comentario sobre la presencia en Nueva York de Pedro Sánchez. Ha declarado que el presidente español había ido a intentar que se incluyera el catalán entre las lenguas que se emplean en las Asambleas de la ONU. Hay que reconocer que el propio bromista lo ha desmentido inmediatamente. Aunque si Puigdemont se lo pidiera, Sánchez es capaz de eso y de más.
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No(
