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La estrategia del mal

Javier Cámara
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javiercamaraelimparciales/12/12/24
jueves 19 de marzo de 2009, 18:21h
La noche y el día, el cielo y la tierra, la vigilia y el sueño, la verdad y la razón, el bien y el mal… Todos estos elementos que podrían parecernos a muchos antagónicos, sabemos también que tienen en medio infinitos matices. Existe un amanecer y una puesta de sol en la que no sabemos ubicarnos; no siempre tenemos la certeza de que lo razonado sea cierto; y quién sabe distinguir la vigilia del sueño, como se preguntaba Descartes. Pero de todo esto es, sin duda, lo del bien y el mal lo que más me sobrecoge.

¿Quién o qué nos dice lo que está bien o mal? Al margen de la educación, moral o ética de cada uno, ¿cómo sabemos que estamos haciendo lo correcto? Está claro que lo que me parece mal a mí, puede ser totalmente aceptado por usted.

Como fuere, parece que todos coincidimos en que tanto Miguel Carcaño, el asesino confeso –en compañía o no– de Marta del Castillo, y Josef Fritzl, el hombre que encerró y esclavizó sexualmente durante 24 años a su hija con la que tuvo 7 hijos-nietos, son los dos unos auténticos monstruos del mal.

El austriaco se derrumbó, reconoció todos y cada uno de sus crímenes e incluso se arrepintió. Poco sirvió esta maniobra legal de la defensa, ya que ha sido condenado a cadena perpetua. Y es que su estrategia para vivir entre los normales y el infernal submundo de su hija necesita obligatoriamente de una conciencia de mal. ¿O ustedes creen que alguien así no sabe que está haciendo una barbaridad?

El monstruo de Amstetten es conciente de que ha hecho mal, tiene conciencia de la maldad que ha perpetrado. De poco sirven los dictámenes psiquiátricos que dicen que “no podía evitarlo”. Si era consciente es culpable, no hay tratamientos alternativos que valgan.

Más cerca tenemos lo del otro monstruo, el de Sevilla. Este caso también es de una maldad que sólo los padres de Marta del Castillo están comprobando en toda y su malvada extensión. Ahora no sólo saben que la han matado, sino que también la violaron y la estrangularon. Y el cuerpo sin aparecer.

¿Qué les pasa a estos jóvenes que juegan con la Justicia, con las reglas básicas de la sociedad, con la salud mental de los familiares de Marta? Serán jóvenes, alguno menor de edad, pero todos saben lo que hacen, todos tienen una conciencia clara de que están haciendo mal.

Y digo yo: ¿Qué clase de valores morales o éticos devaluados tienen algunos jóvenes de hoy en día? ¿En qué parte del camino se perdieron? ¿Quién es responsable de esto, el colegio, la familia o el propio ritmo de la sociedad? ¿Qué dice al respecto la asignatura de Educación para la Ciudadanía? ¿Quién entiende que hoy haya chicas declarando su amor en Internet a Miguel Carcaño?

No quiero culpar a ningún estamento de la abogacía, pero ¿realmente son tan malos estos chicos o todo responde a una estrategia legal para su beneficio? ¿Hasta dónde llega el deber legal de defender a un acusado y cuándo empieza el encubrimiento de un asesinato? ¿Tan injusta es la Justicia que permite mentir sin que sea delito y matar a un menor sin consecuencias penales?

Las investigaciones seguirán y esperemos que la Policía, en este caso la sevillana, deje de hacer el ridículo y averigüe qué es lo que pasó. Entonces será peor, porque habrá un juicio, una sentencia y una condena que dejará a los culpables, en unos pocos años, pasear por la puerta de los padres de Marta.

El dolor y la amargura de la familia Del Castillo roza el ensañamiento y es ya incurable, pero la tomadura de pelo y humillación a la que está siendo sometida la Policía y la Justicia esperemos que sí tenga cura. Por el bien de todos.

Javier Cámara

Periodista

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