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polémica en el fútbol

Representantes: ¿dominan los clubes en la sombra o cuidan de sus clientes?

viernes 29 de julio de 2011, 21:38h
La figura del agente de futbolistas ha evolucionado en las últimas décadas hasta convertirse en una pieza casi insustituible en la carrera de un jugador profesional y en el mercado de fichajes. La llegada a España de Jorge Mendes –representante de Mourinho y Ronaldo- y de seis de sus clientes al Real Madrid ha abierto el debate sobre la relevancia que han adquirido estos trabajadores del balompié. El Imparcial analiza el rol de la representación de futbolistas en nuestro país y la idoneidad del papel que protagonizan en la actualidad.
La estructura deportiva de un club de fútbol se confecciona sobre un esqueleto formado por tres piezas básicas: presidente, director deportivo y entrenador. Este es el esquema sobre el que se han confeccionado las plantillas de los equipos de manera tradicional. Sin embargo, la figura del representante de futbolistas se ha incluido en este escenario adquiriendo un papel protagonista. El apreciable -y sospechoso para algunos críticos- movimiento de jugadores representados por un determinado agente a un equipo en concreto constituye una práctica que ha suscitado polémica.

Jorge Mendes y Manuel García Quilón han sido señalados como exponentes del cambio que ha sufrido el rol de los agentes de los futbolistas en el balompié moderno. La nutrida presencia de futbolistas y entrenadores representados por estos profesionales en Real Madrid y Atlético de Madrid, respectivamente, ha alertado sobre su incremento de responsabilidad en el fútbol. La hipótesis que manejan los detractores de este aumento de peso de los agentes en la confección de las plantillas de los clubes se fundamenta en la cantidad de jugadores que un mismo representante “coloca” en un equipo y las desorbitadas cifras que se mueven en los traspasos de algunos futbolistas –con la correspondiente comisión para el defensor de los intereses del jugador-, amén de la asiduidad con la que algunos delanteros cambian de club.


Los dos primeros casos de la tesis están protagonizados, según los críticos, por Jorge Mendes. El representante portugués ha sido acusado de haber adquirido un papel muy relevante en la confección del plantilla del Real Madrid. Mendes cuenta en su cartera de clientes con Jose Mourinho, Cristiano Ronaldo –cuyo traspaso costó 94 millones de euros-, Pepe -30 millones-, Coentrao -30 millones-, Di María -20 millones- y Carvalho -8 millones-. El elevado coste de las contrataciones y el número de futbolistas representados por Mendes que forman parte de la plantilla del club madrileño le señalan como un “directivo” más del Madrid.


El caso de Manuel García Quilón es similar. El representante español ha sido señalado por las mismas prácticas que el agente luso. La reestructuración del Atlético de Madrid se ha efectuado con siete de sus representados. Los clientes de Quilón que han recalado en el club rojiblanco son: José Luis Pérez Caminero –director deportivo-, Gregorio Manzano –entrenador-, sus ayudantes –Baraja y Vizcaino- y los futbolistas Gabi, Filipe Luis y Mario. Pero, además de esta versión de la supuesta de las atribuciones del agente de futbolistas, cabe mencionar el caso del jugador que cambia de club con asiduidad y generando una copiosa cantidad de beneficios a su representante. El caso que representa esta situación con mayor claridad es el de Zlatan Ibrahimovic. El delantero sueco ha jugado en cinco equipos desde 2001. Los cinco traspasos protagonizados por el cliente del agente Mino Raiola –que aseguró que “Guardiola debería ir a un hospital mental si después de pagar 75 millones no le hace jugar”- han movido más de 160 millones de euros. Ibra se ha convertido en el futbolista que más dinero ha movido en la historia del fútbol y su representante, en la diana de los críticos de los agentes. Pero, ¿cuál es la función de los agentes?¿Qué opinión les merecen estas críticas a su labor?

El Imparcial ha consultado al director de fútbol de la agencia de representación que lleva la carrera de jugadores como David De Gea o Andrés Guardado. Álvaro Torres, que nos especifica que su labor principal es “encontrar buenos contratos para sus clientes”, explica que “no se vende una persona” sino que “se promocionan las cualidades y proyección deportiva de un deportista”. Además, Torres señala que el trabajo de un representante se enfoca hacia “maximizar las cualidades” de su cliente: “hay que convencer a un club de que el jugador que le ofrecemos es el mejor para las necesidades que deben cubrir, y para ello sí es necesaria una buena y agresiva labor comercial porque hay muchos jugadores en el mercado”.


Sin embargo, el agente explica a El Imparcial que su labor también incluye ser “la persona de confianza del jugador en los momentos buenos y, sobre todo, en los no tan buenos”. Torres nos comenta que su trabajo también consiste en la “gestión del IRPF, trámites de nacionalización, promoción de su imagen, asesoramiento legal y financiero o ejecutar reclamaciones por impagos a AFE (Asociación de Futbolistas Españoles)". El representante nos descubre la otra cara de los agentes: “para mí lo más gratificante es cuando captas a un chaval que juega en categorías inferiores con 15 años cuando lo ves jugar en campos de tierra, lo ves evolucionar y le ayudas en su llegada al profesionalismo”.

El trabajador de la agencia You First Sports nos explica que “los aficionados que lo ven desde fuera perciben que el representante está contra su club” por lo que esta podría ser una de las causas de su mala imagen actual. Torres, que admite que “como en todo gremio hay personas poco éticas”, nos señala que la exposición pública de las cantidades de los traspasos o el sueldo de los futbolistas influye en la animadversión a la figura del representante.

Sobre la faceta más humana de la figura del agente de futbolistas reflexiona Marc Salicrú, el encargado de llevar la carrera de uno de los jugadores más polémicos y exquisitos del balompié español, Diego Tristán. En su opinión, el futbolista ha de estar centrado “exclusivamente” en los que ocurre en el terreno de juego. El agente ha de “gestionar todo lo demás, ayudarle con consejos y ponerle ejemplos de otros futbolistas” para que su rendimiento sea óptimo. “La vida del futbolista está tan sobredimensionada que algunos piensan que todo son palmaditas en la espalda, pero tienen que tener un representante que le vea como una persona normal y, si es necesario, que le advierta sobre los daños que puede tener la noche”, asegura.

Por último, Salicrú nos explica que otra de las competencias del representante se basa en permanecer “atento” al rendimiento de su cliente. El agente aclara que si se percibe cierto descenso se ha de reunir con el club “para hallar el problema y buscar la solución antes de que se pueda apreciar por los aficionados o la prensa”.

La labor del representante de futbolistas seguirá su camino rodeado de la polémica que encienden sus detractores y de la admiración que les profesan sus clientes y el respectivo entorno. La figura del agente comprende tanto a la estrella que hace jugar a su representado en demasiados clubes, moviendo cantidades mareantes de dinero, como a la persona que cuida y educa a un chaval que sueña con ser profesional. El debate está servido.
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