El chivato
El pretendido Broadway madrileño, la Gran Vía, cumplió el domingo sus primeros cien años. Casi sin cines ya; sin aquellos lujosos recintos donde se estrenaban las mejores películas y nadie podía entrar sin corbata, la guapa avenida ha sabido resistir a medias el embate de mercachifles nada parecidos a aquellos mecenas que tanto la adornaron de cultura: el maestro Jacinto Guerrero, creador del Teatro Coliseum (1932), o el Marqués de Fontalba, a cuyas expensas se construyó el más lujoso de todos, el Teatro Fontalba (1924), desaparecido como tantos otros por el poderío y la avidez expansiva de un banco que murió de castigo (Coca), ahora, el hermoso vestíbulo y el que fuera confortable patio de butacas están ocupados por una tienda más de ropa barata.