Entre los días 14 y 30 de junio el Teatro Real ofrecerá nueve funciones de la obra maestra de Erich Wolfgang Korngold Die tote Stadt (La ciudad muerta), que se verá por primera vez en la capital, 90 años después de su estreno en 1920, cuando su joven compositor, de apenas 23 años, estaba considerado un flamante genio en Europa Central. Este tardío debut en Madrid, después de su estreno en España en 2006 en el Liceu de Barcelona con esta misma coproducción del Festival de Salzburgo y la Staatsoper de Viena, se puede inscribir en la revalorización de La ciudad muerta en Europa en los últimos años.
Erich Wolfgang Korngold, cuyas asombrosas facultades musicales innatas y la precocidad en el dominio de la escritura musical fueron comparadas con las de Mozart, deslumbró a los más importantes compositores de la efervescente Viena de principios del siglo XX, como Gustav Mahler, Richard Strauss o Alexander von Zemlinsky. Las expectativas que creaba cada nueva obra que componía eran tales que los teatros rivalizaban para dar a conocer sus partituras, como ocurrió precisamente en el caso de
La ciudad muerta, tercera ópera de Korngold, que se presentó simultáneamente en las Óperas de Hamburgo y Colonia el 4 de diciembre de 1920, con un estreno bicéfalo sin precedentes.
La ciudad muerta está basada en una obra teatral del e
scritor simbolista belga Georges Rodenbach y retrata el funesto drama de Paul, un viudo terriblemente obsesionado con la memoria de su difunta esposa, Marie, a quien sigue venerando con intensidad neurótica hasta que la fuerza del deseo físico real por una bailarina llamada Marietta irrumpe sin remedio en su vida, entra en sus delirios y quebranta para siempre el mundo mórbido en el que se había refugiado. El universo patológico de la obra, que mezcla el desencanto de la vida real con las alucinaciones de Paul, refleja la atmosfera intelectual vienesa de los albores del siglo XX, cuando el psicoanálisis y las investigaciones de Freud se apoderaban del discurso social y artístico finisecular.

El afamado director de escena alemán
Willy Decker, que dirigió en el Teatro Real un inolvidable Peter Grimes y toda la tetralogía wagneriana, ha buscado en este montaje una solución para la separación y articulación del mundo real y del onírico, reforzando simbólicamente cada uno de ellos y potenciando la comprensión y profundidad de la obra de Korngold. Al crear un “doble” del protagonista, Decker puede ahondar en el discurso absurdo, incoherente e irracional de los delirios del atormentado viudo en un primer plano, mientras se le ve durmiendo en un segundo. Ésta es solo una de las muchas soluciones escénicas de un montaje lleno de hallazgos, perturbadora tensión y refinado sentido estético.
Por otra parte,
Pinchas Steinberg, que dirigió con gran éxito La mujer sin sombra en 2005 en el Real, vuelve a Madrid para dirigir La ciudad muerta, rigurosamente contemporánea de la ópera de Richard Strauss: la primera se estrenó en 1919 y la segunda en 1920. El padre de Steinberg conoció y trabajó con Korngold, por lo que el director alemán tiene un conocimiento privilegiado de su grandiosa ópera, de orquestación densa y arrebatada, rica en sonoridades y efectos tímbricos que recuerdan a Strauss, a Wagner o a Puccini. El director alemán estará en esta ocasión al frente de dos magníficos repartos, encabezados por Klaus Florian Vogt y Manuela Uhl y Burkhard Fritz y Solveig Kringelborn, secundados por Lucas Meachem, Nadine Weissmann, Susana Cordón, Anna Tobella, Roger Padullés y Eduardo Santamaría y con la Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid), el Coro de la Comunidad de Madrid y el Coro de Niños de la Comunidad de Madrid.