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CRÍTICA ÓPERA

"Carmen": historia de una obsesión que no debería apellidarse Amor

'Carmen': historia de una obsesión que no debería apellidarse Amor
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(Foto: Georges Bizet)
jueves 12 de octubre de 2017, 08:18h
El tenor italiano Francesco Meli y la mezzosoprano rusa Anna Goryachova, pareja protagonista de la ópera de Bizet, triunfan en el estreno de “Carmen” la noche del 20 aniversario de la reapertura del coliseo madrileño.

El 11 de octubre de 1997 el Teatro Real reabría sus puertas como teatro de ópera 72 años después de la última función, en 1925. Veinte años después, el estreno de la producción de “Carmen” dirigida por Calixto Bieito - que a su vez ha alcanzado la mayoría de edad – servía anoche para celebrar el cumpleaños de un teatro que muestra madurez cultural y criterio a la hora de programar sus temporadas, con títulos y producciones en su mayoría coherentes con el reconocible proyecto artístico que marca su trayectoria, especialmente en los últimos años. Dando firmes pasos con cada obra que se sube al escenario, a veces con estrenos que llegan cargados de polémica como ha ocurrido, precisamente, con el de esta producción firmada por Bieito en un momento político y social tan desconocido como delicado en nuestro país. Un clima de sensibilidades en el que nadie está para “bromas” – por muy artísticas que sean o pretendan serlo – con la enseña nacional. Y precisamente por la propia longevidad de esta producción, se sabía desde hace tiempo que la bandera de España no se limitaba – hasta ahora – a ondear en el escenario o hacer las veces de espumillón en un arbolito de navidad.

Por eso, días atrás empezaron a sonar alarmas que vaticinaban una desagradable polémica que, en todo caso, el teatro de la Plaza de Oriente se apresuró a desmentir. En la obra, aseguraron, no se producía ultraje alguno a la bandera: el propio equipo artístico había tomado “medidas” para, en “un ejercicio de responsabilidad”, realizar los necesarios ajustes – que no cambios, según quiso precisar el director artístico Joan Matabosch –, de forma que se mantuviera la fuerza expresiva del montaje sin que ningún otro “elemento” llamara tanto la atención como para “arruinar” la obra. O, en todo caso, perder la perspectiva. Una perspectiva con la que Bieito obliga a ver a la pareja protagonista con los ojos de ahora, alejada por tanto del exotismo que para la época en que fue compuesta por Bizet suponía todo aquello que viniera de España, más en concreto Sevilla, tierra de toreros, mujeres fatales, hombres de desatadas pasiones. Y no es que en esta producción no aparezca el “toreador” Escamillo – interpretado en el elenco encargado del estreno por el solvente Kyle Ketelsen -, o que la Carmen a la que da vida la mezzosoprano rusa Anna Goryachova no sea una mujer fatal a quien el enamoramiento le dura un máximo de seis meses, sino que esos tópicos se dan la vuelta para dar profundidad a un argumento que nada tiene que ver con el exotismo. Todo lo contrario. Es la historia descarnada de una pasión posesiva y maligna que ni siquiera debería apellidarse Amor.

Eso sí, primero hay que dejar de lado otros tópicos en los que por el contrario sí cae Bieito. Tópicos que ya no tienen que ver con la obra cuyo fracasado estreno tanto dolió a Bizet pocos meses antes de morir de un infarto sin haber cumplido los 40, sino con la manía de reivindicar vanguardia repitiendo clichés a veces tan innecesarios como cansinos y que, al final, conducen a que una parte del respetable se quede en la anécdota – ese público que abucheó anoche a los responsables de la escena -, en lugar de llegar de una pieza y con toda la atención puesta, por ejemplo, en la transformación del personaje de Don José. Para él, es decir, para el tenor genovés Francesco Meli fueron precisamente la gran mayoría de los “bravo” con los que el público premió su interpretación vocal y actoral. Meli construyó un Don José que fue a más a medida que avanzaba la obra, cuya credibilidad ningún elemento llegó a eclipsar, y su interpretación del aria “La fleur que tu m´avais jetée” le valió para recibir los primeros y merecidos aplausos. Junto a él, brilló la soprano Eleonora Buratto en el rol “secundario” de Micaëla y el público volvió a premiar, una vez más, a la Orquesta Titular del Teatro Real, en esta ocasión a las órdenes de Marc Piollet, y al Coro Titular con su director Andrés Máspero al frente.

El coliseo madrileño ha programado un total de 18 funciones de “Carmen”, la ópera que a partir de este miércoles se suma a los 190 títulos de ópera que se han subido a las tablas del reabierto teatro de la Plaza de Oriente, por los que se han contabilizado más de 17.000 minutos de aplausos en 5.000 horas de ópera. Con Giuseppe Verdi a la cabeza de los compositores representados, seguido de Richard Wagner y Wolfgang A. Mozart. Ya es hora de pensar en los siguientes 20 años.

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