El Teatro Real ha optado por programar la ópera Die Soldaten, de Bern Alois Zimmermann, coincidiendo con el centenario del nacimiento del compositor, un 20 de marzo de 1918. Die Soldaten es una ópera antibelicista, de significado atemporal, que enfatiza el horror de la guerra y que pretende, no agradar, sino conmover.
Die Soldaten, de Bern Alois Zimmermann (1918-1970), está considerada la ópera más importante escrita en Alemania después de la muerte del compositor expresionista Alban Berg (1895-1935), exponente de la Segunda Escuela de Viena y autor de música atonal y dodecafónica, con óperas muy conocidas como Wozzeck y Lulú.
Zimmermann conoció la música serial y dodecafónica en los Cursos de la Nueva Música (Neue Musik), organizados por primera vez en Alemania en 1948, de la mano de alumnos de Schoenberg, y comenzó a utilizarla en la década de 1950. Die Soldaten se sitúa musicalmente en este estilo, el atonal serial, y a la vez pertenece al género operístico conocido como Literarische Oper, ópera basada en un texto teatral preexistente, cuyo libreto contiene exclusivamente frases literales del texto literario anterior.

La obra teatral Die Soldaten fue escrita en Leipzig en 1776 por el escritor alemán de origen báltico Jakob Lenz (1751-1792), adscrito a la corriente literaria alemana Sturm und Drang (Fuerza e Ímpetu), de quien fue amigo y admirador el inmortal Goethe (1749-1832). Lenz nunca vio su obra representada. El estreno de Die Soldaten, que no tuvo lugar hasta 1863, fue un rotundo fracaso. Brecht la recuperaría ya en el siglo XX y fue a partir de entonces cuando la obra comenzó a conseguir la difusión que merecía.
Zimmermann comenzó a trabajar en la partitura en 1957. Tras conseguir que la Ópera de Colonia se la encargara formalmente, la concluyó en 1962. Entonces se consideró una obra “irrepresentable”, dado que requería doce escenarios simultáneos con su respectivo público. El compositor la retocaría y, finalmente, se estrenaría en Colonia en 1965 en el estado en el que hoy la conocemos.
Die Soldaten es una ópera complejísima y difícil de ejecutar. En realidad, es necesario conocer someramente el ideario de Zimmermann para entender el por qué de esta complejidad. El mismo compositor diría de su obra: “Mi ópera no cuenta una historia: presenta una situación que amenaza el pasado a partir del presente”. Zimmermann consideraba el Tiempo como una unidad, como un círculo o una “suma de presentes”, un poco retomando la idea platónica del Tiempo y en una línea parecida a la propuesta por Einstein (1879-1955) en su Teoría de la Relatividad (1905). Esta misma idea de unidad temporal es la que Zimmermann intenta plasmar en Die Soldaten: el compositor sustituye las escenas de acción de la obra de Lenz por escenas muy breves, que tienen lugar de forma simultánea en el escenario; sin embargo, dichas escenas pertenecen a momentos y espacios reales diferentes. Esta forma de presentación teatral se conoce como “sistema alternante.”
La misma idea de Zimmermann del concepto Tiempo explica la coexistencia temporal en el escenario de músicas distintas durante un pasaje o escena de la ópera. El resultado es de una total disonancia, pero también de una gran expresividad: por ejemplo, los distintos cantantes entonan en escena textos y músicas distintas; normalmente cada uno lo hace en la serie que el compositor ha asignado a su personaje, con lo que la estructura serial se lleva hasta sus últimas consecuencias. Finalmente, la misma idea de Tiempo explica el constante recurso que Zimmermann hace, no solo a citas de músicas pretéritas, concretamente del barroco (tocatas, chaconas, ricercari, nocturnos…), que inserta dentro de su música atonal, sino también a la mezcla de estilos: en ocasiones, una orquesta de Jazz ejecuta música serial pero con ritmos propios del estilo jazzístico. El momento más expresivo de la ópera quizás sea el que la inicia: un cluster (éste presenta de forma simultánea el total cromático en cinco octavas ejecutado por todas las orquestas presentes en el escenario), de una disonancia y fuerza atronadoras, es seguido por una nota re en ostinato rítmico, tras lo que se escucha el Dies irae gregoriano.
Que la ópera guarda una estructura formal compleja pero coherente queda demostrado hasta el último acorde de la misma: un atronador re, esta vez al unísono, que pretende significar muerte y destrucción, pone fin a la obra, coincidiendo con la explosión ficticia de la bomba atómica. Antes, el cura, un capellán del ejército o cura de pueblo, ha entonado un Padrenuestro en la misma nota re.

Otro eje del ideario de Zimmermann que impregna toda la ópera es el anti-belicismo y también -por qué no decirlo- el feminismo. Esto resulta sorprendente si se tiene en cuenta que estos elementos ya estaban en el germen de la ópera, en la pieza teatral dieciochesca de Jakob Lenz.
Zimmermann fue una persona de fuertes convicciones católicas, lo que explica que las referencias religiosas también abunden en toda la ópera. En Die Soldaten, Zimmermann –como Lenz-, presentan a una muchacha inocente, naíf, que, admirada por el origen noble y la adulación que hipócritamente le profesa un oficial del ejército, se deja seducir. La muchacha se va adentrando cada vez más en el pozo de lo infrahumano: termina siendo violada por el asistente del oficial, con el beneplácito de éste, y siendo la prostituta habitual de los soldados. Al final de la ópera su padre la encuentra mendigando en la calle y apenas la reconoce.
Este elemento de la degradación femenina total en un contexto machista y belicista puede parecer exagerado, pero es justamente lo que Zimmermann perseguía en Die Soldaten. El compositor, horrorizado por la guerra tras haber sido movilizado a Francia, junto con las tropas alemanas, durante la Segunda Guerra Mundial, terminó suicidándose en 1970, pese a que él mismo afirmó que “nunca había disparado un solo tiro.” El objetivo último de esta ópera es, por lo tanto, remover algo dentro de la conciencia del espectador: persigue su rechazo; de ahí que no sea -ni pretenda serlo- una ópera amable.

El estreno de Die Soldaten de ayer en el Teatro Real fue muy aplaudido; tanto, que puede considerarse un éxito. Con todos los músicos (unos ciento cincuenta), instalados en el centro del escenario sobre un enorme andamiaje, y los cantantes actuando de espaldas al director, ha sido necesario instalar una pequeña plataforma frente al escenario para un apuntador musical, o mini-director, que dirige a los cantantes mientras sigue por una pantalla los movimientos de batuta del maestro Heras Casado.
La interpretación vocal fue impecable por parte de todos los cantantes, más de una veintena en total. Destacó la ejecución de la intérprete del papel de Marie, la protagonista, que corrió a cargo de la soprano danesa de coloratura Susanne Enmark. En realidad la música de Die Soldaten está escrita para que el texto en alemán se entienda perfectamente: la línea vocal es angulosa (con saltos de octava, novena, décima…), pero expresiva: pretende llegar directamente al corazón.
Die Soldaten, de dos horas y media de duración, se representará en el Teatro Real hasta el próximo 3 de junio. En mayo, después del estreno de ayer, día 16, está programada los días 19, 22, 24, 28 y 31.
