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DÍA DEL LIBRO

Los libros, vistos por los maestros del Prado: así los pintaron el Greco o Goya

EL IMPARCIAL
jueves 23 de abril de 2020, 10:51h

Para celebrar el Día del Libro, el Museo Nacional del Prado propone un recorrido por 10 obras de su colección en las que los libros trascienden todas las épocas y escenarios, como testigos de la vida cotidiana, como emblemas de la condición social o intelectual de quien los posee o como instrumentos al servicio de la educación, la ciencia o la religión.

Cualquier objeto que haya sido llevado al lienzo por artistas como Goya, Rubens o Velázquez, merece el ejercicio de ser analizado, porque nada es aleatorio en las obras de los grandes maestros.

Y cuando se trata de libros, se sigue pensando en ellos como hace 500 años. Los libros son objetos a los que conviene asociarse.

Así lo hace una divinizada santa Clotilde pintada por Sorolla.Santa Clotilde, Sorolla. Museo Nacional del Prado

O la emperatriz Isabel de Portugal imaginada por Tiziano -el retrato es póstumo-, a quien la dignidad imperial le impide desviar su mirada hacia el pequeño libro de horas que la espera. La emperatriz Isabel de Portugal, Tiziano. Museo Nacional del Prado

O el médico representado por el Greco, cuya mano izquierda extrae de un libro el discurso sostenido por su mano derecha, que es la que habla en su nombre, al permanecer su boca cerrada.  Retrato de un médico, El Greco. Museo Nacional del Prado

O el cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga retratado por Goya, que luce un libro y un anillo sin disimular su pasión por el lujo y la etiqueta, confirmado en un deslumbrante repertorio de condecoraciones.

 El cardenal don Luis María de Borbón y Vallabriga, Goya. Museo Nacional del Prado

Pero los libros también pesan, porque pesada es la carga que contienen. Velázquez lo plasmó como nadie en su Bufón con libros, cuyas hojas, transformadas en una espesa masa blanca, apenas puede manejar.

 Bufón con libros Velázquez Museo Nacional del Prado

Y quiso Rubens asociarlo al peso del sacrificio, representándolo en un libro que requiere de la mano miguelangelesca del apóstol san Simón para pasar sus páginas.

 San Simón, Rubens. Museo Nacional del Prado
En su simbolismo pictórico, los libros también ayudan a identificar a personajes cuyas historias se han desdibujado con el paso del tiempo. Así, el Heráclito de Ribera fue reconocido como tal por las lágrimas que vierte sobre el libro que escribe, pintado a la manera de una monografía de claroscuros que nos recuerda al estilo del artista.  Heráclito, Ribera. Museo Nacional del Prado

También la Judit de Rembrandt recuperó su protagonismo gracias, en parte, al gran libro abierto que el pintor quiso representar sobre la mesa, más acorde a la condición de una heroína bíblica que a la de una abnegada esposa.

 Judit en el banquete de Holofernes, Rembrandt. Museo Nacional del Prado
Finalmente, los libros asumen su condición más elemental, como instrumento de educación y fuente de conocimiento, en las obras de Murillo, cuya escena de santa Ana enseñando a leer a la Virgen demuestra que nada ha cambiado en el ritual de iniciación al mundo representado en palabras.

 Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, Murillo. Museo Nacional del Prado

O del Bosco, que en La extracción de la piedra de la locura reivindica lo contrario a lo que representa cuando coloca un libro sobre la cabeza de una mujer, esto es, que el libro, para ser útil, ha de ser leído. La extracción de la piedra de la locura, El Bosco. Museo Nacional del Prado

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