El Teatro Real cerrará su último capítulo pendiente de la pandemia de covid-19 con la recuperación del 17 al 25 de febrero de
Aquiles en Esciros de
Francesco Corselli, la producción que los confinamientos de marzo de 2020 dejaron congelada a tres días de su estreno.
"Querida y deseada", de ella se dice en broma que es "la ópera que más tiempo ha estado en el escenario" de este espacio, pues durante tres meses se quedó su decorado levantado y con todo listo para su representación a raíz de que el Gobierno decretara el estado de alarma y el inicio de los confinamientos.
Tres años después de aquellos acontecimientos, 278 después de su único estreno previo en la ciudad, vuelve por fin como una de las cuatro óperas españolas de la temporada y como importante ejercicio de recuperación de patrimonio, calificada por Joan Matabosch, director artístico del Real, como "una de las mejores óperas escritas para la corte española en el siglo XVIII".
"Madrid entonces era la capital operística de Europa", ha destacado el musicólogo Álvaro Torrente, responsable de la edición moderna de esta partitura que llega a la programación por el empeño de su director musical, Ivor Bolton, gran experto en la música de esta época, de "encontrar una joya que tuviera sentido exhumar".
La elegida fue Aquiles en Esciros porque, con libreto de Pietro Metastasio, gran amigo de Farinelli, "en primer lugar funciona muy bien teatralmente", han dicho sus responsables hoy en rueda de prensa.
Con una primera trama concebida en clave de comedia veneciana por sus enredos y "cuestionamiento de los roles de género", Aquiles (representado por un contratenor, con tesitura de mezzosoprano) es enviado por su madre a la isla de Esciros para esconderlo del funesto presagio de que, si participa en la Guerra de Troya, morirá.
Allí, travestido como Pirra entre las hijas del rey Licomedes, entablará una relación amorosa con una de estas, Deidamia, que está destinada a ser desposada por un príncipe, Teagene (interpretado por una soprano), que a su vez está enamorado de Aquiles en su versión disfrazada.
Además, ha señalado Bolton, musicalmente permite conocer mejor a su autor, Franceso Corselli o Francisco Courselle (1705-1778), "lo internacional que era y la coloratura de sus obras", con un barroco sobrio que evoca las arias de Georg Friedrich Händel en transición hacia un clasicismo más del estilo de Johann Sebastian Bach.
Formado como compositor en Parma y Venecia, llegó a Madrid de la mano de Isabel de Farnesio, de la que había sido maestro de baile francés, y aquí se consagró como maestro de Capilla Real durante cuatro décadas.
Esta obra, concretamente, la concibió para el enlace entre una de las hijas de aquella y Felipe V, María Teresa Rafaela de España, con el delfín Luis de Francia, hijo de Luis XV, y así abrió los festejos de la boda por poderes que tuvo lugar en 1745 en el Coliseo del Palacio del Buen Retiro de Madrid.
Ese hecho es tomado por Mariame Clément, directora de escena de esta producción, para introducir sobre el escenario el personaje de la infanta como testigo de la representación y sentir cómo le afecta el relato, "como una suerte de educación sentimental" ante lo que ha de venir.
"Había que contar la historia de la forma más clara posible, sin perder de vista el contexto del momento en el que fue creada, para esta boda real, siendo esta una historia de amor que acaba sin el final feliz esperado", ha explicado Clément sobre su propuesta.
Cinco serán las funciones que se representen de la obra, cuyo elenco estará compuesto por Franco Fagioli (Aquiles), el contratenor Tim Mead (Ulises), las sopranos Francesca Aspromonte (Deidamia) y Sabina Puértolas (Teagene), el bajo Mirco Palazzi (Licomede) y los tenores Krystian Adam (Arcade) y Juan Sancho (Nearco).