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ENTRE EL 2 Y EL 30 DE ABRIL

Parsifal, última ópera del odiado y venerado Wagner, regresa al Teatro Real

Ilona Krzywicka, Khatouna Gadelia, Kai Rüütel, Samantha Crawford, Ana Puche, Rosie Aldridge (Seis muchachas flor). (Foto: Javier del Real)
Ilona Krzywicka, Khatouna Gadelia, Kai Rüütel, Samantha Crawford, Ana Puche, Rosie Aldridge (Seis muchachas flor). (Foto: Javier del Real)
martes 29 de marzo de 2016, 16:41h

Entre los días 2 y 30 de abril el Teatro Real ofrecerá diez funciones de Parsifal, última, enigmática, ambigua y genial ópera de Richard Wagner, que el compositor clasificó como “Festival escénico sacro en tres actos”.

Su influjo - al igual que su música - ha sido siempre tan poderoso, que Richard Wagner y su obra nunca dejan indiferente a nadie. Y no solo en lo que hace referencia al público aficionado a la ópera, también fuera de la música Wagner divide aunque, en ocasiones, tengamos que vérnoslas con simples tópicos que en nada tienen que ver con su monumental legado artístico. Como recordaba el director de orquesta Semyon Rychkov este martes en la presentación de la obra que se estrena el próximo sábado, Wagner no solo escribía la música de sus óperas sino también el libreto. En el caso de Parsifal, Wagner ya había escrito con anterioridad los poemas a los que después “añadiría” la música y, de esta forma, todo el conjunto encaja tan bien que para el maestro “uno se queda esperando el cuarto acto”, a pesar de que la obra dure más de cuatro horas.

Se queda corta, igual que cuando terminas de leer un buen libro y te gustaría saber qué les ocurre después a los personajes, ha afirmado Rychkov, quien regresa al coliseo madrileño después del éxito obtenido con Elektra en la inauguración de la temporada 2011-2012. Para el director ruso, resulta incómodo en todo caso pensar que alguien capaz de crear tan sublimes melodías pudiera caracterizarse por ciertos rasgos humanos que no nos gusten. Sin embargo, también ha querido incidir en el propio sufrimiento del compositor que llegó a escribir en una carta a su ex mujer “Si únicamente pudiera desaparecer de este mundo”. Wagner tenía entonces 48 años y los 50 los cumplió completamente solo. “Podríamos decir que se lo merecía”, ha afirmado Semyon Rychkov, pero también era cierto lo que sentía en su interior.

Parsifal, este monumental e inclasificable “oratorio místico-dramático”, concebido para ser representado únicamente en el revolucionario Teatro de Bayreuth, y sin aplausos, para no perturbar la atmósfera religiosa del rito músico-teatral, ha impulsado, desde su estreno en 1882, interpretaciones muy diversas y contradictorias, encendidos debates y un sinfín de obras inspiradas directa o indirectamente en la deriva existencial del misterioso héroe wagneriano. La ópera, inspirada en el poema épico medieval Parzival, de Wolfram von Eschenbach, condensa las reflexiones de toda una vida de infatigable búsqueda de conocimiento, con múltiples influencias, desde el cristianismo al budismo, pasando por la filosofía de Arthur Schopenhauer, tan admirada por el compositor.

Wagner vuelve una vez más al recurrente tema de la redención a través de un peregrinaje simbólico, filosófico y metafísico más complejo que en sus obras anteriores, con un claro propósito testamentario. La trama, con bosquejos que fueron sedimentando a lo largo de más de 20 años, parte de la búsqueda, por parte de los monjes-caballeros del Grial, de un héroe puro y bondadoso que pueda sanar la herida de su líder Amfortas. Parsifal, desconociendo su origen y su destino, arrebata la lanza sagrada al pérfido Klingsor, resiste a la sensualidad salvaje de Kundry y emprende un sinuoso y difícil camino de purificación del alma para alcanzar la salvación.


Por lo que se refiere a la escena de este Parsifal, su director Claus Guth traslada el desaliento y la orfandad de los caballeros del Grial en su castillo de Monsalvat a un sanatorio donde recalan los soldados destrozados por la guerra, en una Europa devastada, rota y sin rumbo. El director de escena alemán despoja la obra de sus acepciones religiosas para centrarse en el drama concreto de los personajes y su imperiosa necesidad de encontrar la esperanza en un Mesías portador de la bienaventuranza. La devastada Europa de entreguerras es el caldo de cultivo para el cambio tan anhelado a manos de un nuevo y poderoso líder que, como recordaba el director artístico del Real este martes, acabó empeorando mucho más la terrible situación sumiendo al mundo en una nueva y trágica guerra. En este sentido, Joan Matabosch, calificaba Wagner como visionario, capaz de anticipar en 40 o 50 años lo que pasó.

La producción, estrenada en el Liceu de Barcelona en febrero de 2011, tendrá un único reparto, con Christian Elsner en el papel titular, junto a otros veteranos cantantes wagnerianos ya conocidos del público del Real: Anja Kampe (Kundry), Detlef Roth (Amfortas), los barítonos Franz-Josef Selig (Gurnemanz) y Evgeny Nikitin (Klingsor), y el bajo-barítono Ante Jerkunica (Titurel).

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