Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938), profesora emérita de la Universidad de Princeton, cuenta con una brillante y prolífera trayectoria, con más de cien libros, y se ha hecho acreedora de numerosos galardones -es habitual candidata al Nobel- dentro y fuera de las fronteras de su país, como, entre otros, el National Book Award, el PEN/Malamud Award, el Femina, la Medalla Nacional de Humanidades. En España, ha obtenido el BBK Ja! Bilbao y el Pepe Carvalho. Ha publicado más de cincuenta novelas, entre las que se encuentran Un libro de mártires americanos, Riesgos de los viajes en el tiempo, Desmembrado, Persecución,; libros de relatos (El señor de las muñecas y otros cuentos...), ensayos: Memorias de una viuda, magnífico ejemplo de la literatura del duelo, en donde narra la repentina muerta de su marido, Raymond Smith, con quien llevaba casada más de cuarenta años; poesía, teatro y libros para niños y jóvenes.
A sus ochenta y cuatro años, Joyce Carol Oates continúa en plena actividad creadora, y así nos llega su última novela, Babysitter, que se adentra en muchos de los asuntos tratados y muy queridos de la escritora norteamericana, consumada especialista en la exploración de la maldad y la violencia en todos sus niveles. No en vano en una entrevista señaló taxativamente: “La literatura debe exponer el mal, debe basarse en la vida; escribo sobre gente muy real, que tiene aspiraciones y dudas, se enamora, tiene hijos… Separar la violencia de todo este tejido de la vida no es realista”. Así, no pocas veces sus obras se presentan con el ropaje de psicológicos, tamizados por lo gótico, sin elementos sobrenaturales. Porque está claro no ya solo que el hombre sea un lobo para el hombre, como reza la máxima clásica, sino que el ser humano puede convertirse en el mayor monstruo que a uno le resulte posible imaginarse, capaz de desplegar todo un catálogo de horrores.
No es ni mucho Babyssiter la historia de una niñera. O sí, de una “niñera” siniestra y criminal. “Babyssiter” es el nombre que le han puesto los medios de comunicación a un asesino en serie que se ceba en niños y adolescentes, a quienes secuestra, tortura y asesina y, después, abandona sus cadáveres de manera que sean fáciles de hallar y los pequeños cuerpos aparecen desnudos, pulcramente limpios, y junto a ellos su ropa muy bien doblada, lavada y planchada. Y en posturas como si estuvieran en un plácido sueño. Los hechos suceden en el Detroit de finales de la década de los años setenta del pasado siglo en los barrios privilegiados de la ciudad. ¿Quién es el macabro asesino? Las especulaciones se suceden, aunque quizá todo parece apuntar a que es un miembro de la propia comunidad pudiente.
A esta pertenecen Hannah y Wess Jarrett, un adinerado y respetable matrimonio con dos hijos, que tiene en su empleada doméstica filipina, Ismelda, una fiel sirviente que le hace la vida más fácil a Hannah, que puede dedicarse a tardes de compras, encuentros con sus amigas y fiestas benéficas. Precisamente en una de ellas, conoce a un extraño hombre, del que solo sabrá sus iniciales, YK, por el que sentirá una oscura y turbia atracción. Y se verá que lo que era de color de rosa, es una engañosa apariencia.
Hannah descubre su tedio e insatisfacción e insospechados deseos. Proclama “si una mujer no es deseada, una mujer no existe”. ¿La desea el misterioso YK? Con él tiene una serie de citas en hoteles de lujo donde el sexo es una aventura peligrosa, violenta y dañina, muy dañina. Hannah se siente culpable por traicionar a su marido y sobre todo a sus hijos. Piensa que si el asesino se llevara a sus hijos lo tendría merecido por su comportamiento. Pero una pulsión que tiene mucho de masoquista le hace caer una y otra vez siempre que YK la llama.
En la novela, la historia de Hannah es el centro, desarrollada en capítulos en tercera persona pero desde su punto de vista, que se alternan con monólogos en primera persona de las víctimas de Babyssiter: “Cuando morimos, nuestros cuerpos (hermosos) (desnudos) se convirtieron en materia inerte. Cuando morimos, nuestros últimos y ahogados gritos se quedaron atrapados en la garganta”. Por otro lado, hay una subtrama, aunque todas finalmente confluyen, relacionada con casos de pedófilos en la Iglesia católica.
Un thriller duro en el que Joyce Carol Oates vuelve a sumergirnos en el lado más oscuro del hombre y de la sociedad.