Cerca de 6.000 personas, según una estimación del Teatro Real, han asistido este viernes a la retransmisión en directo en la Plaza de Oriente de La Traviata, de Verdi, la ópera más representada en todo el mundo; un profundo drama clásico, bien cimentado en un potente libreto cargado de matices psicológicos.

Este viernes la ópera ha tomado la Plaza de Oriente y sus aledaños conquistando al público que llenaba todos los rincones desde primera hora de la tarde.
No era la primera vez que el coliseo madrileño “sacaba” la ópera a la calle a través de la pantalla gigante que en ocasiones especiales instala en su fachada de la Plaza de Oriente, pero lo que se había preparado para la tarde-noche del viernes 8 de mayo tenía como objetivo dar un paso más en la conquista de nuevos públicos. En el objetivo de acercar la ópera cada vez a más personas. Con la celebración de la Semana de la Ópera y el lanzamiento de una nueva web dedicada en exclusiva al género que echaba a andar precisamente en Madrid durante la noche de este viernes, parecía, desde luego, un momento muy propicio para hacerlo. Aunque, sin duda, si el éxito ha sido tan clamoroso fuera y dentro de los muros del Real buena parte de “culpa” la ha tenido la gran ópera de Verdi, la más representada en todo el mundo a lo largo de la historia.
Por su exquisita y sublime partitura, de la que incluso los no aficionados conocen, por ejemplo, el famoso “Brindis” y, por supuesto, por el trágico destino de su protagonista, la joven Violetta, que encuentra en Alfredo ese amor anhelado que nunca antes había conocido. Ni siquiera imaginado. Un profundo drama clásico, bien cimentado en un potente libreto cargado de matices psicológicos. Igual que la novela de Alejandro Dumas hijo, La dama de las camelias, que tanto conmovió al mítico compositor italiano hasta el punto de ver en ella el argumento ideal para una de sus más grandes óperas.

La historia de amor y desamor entre Violetta y Alfredo, ya convertida en ópera verdiana, no ha dejado de conmover desde su estreno en el Teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853, convirtiéndose en uno de esos títulos que resultan – con una cuidada y coherente producción como la dirigida por David McVicar que se ha representado en Madrid – un éxito asegurado. Más aún, La traviata es una de esas obras capaces de despertar un profundo interés - al menos, curiosidad - en quien hasta ese momento nunca se había sentido atraído por el mundo de la ópera. Y el Real, esta noche, lo ha demostrado una vez más logrando llenar no solo el teatro, sino también la madrileña Plaza de Oriente y los distintos lugares de toda España donde se ha retransmitido en directo.
Se trataba, por otra parte, de la última de las 16 representaciones programadas. Un hecho que lleva consigo una intensa carga emotiva en todos los que participan en la producción. La soprano albanesa Ermonela Jaho, que ya fue la encargada de meterse en la piel de Violetta la noche del estreno el pasado 20 de abril, volvía este viernes a deslumbrar con su gran capacidad interpretativa poniendo en pie al teatro y a la plaza. Ataviada aún con el blanco camisón que lleva en su lecho de muerte, la soprano albanesa recibía una apoteósica exclamación de “bravo” y el aplauso unánime de un público que aún no se había recuperado del trágico final de su inolvidable personaje. Junto a ella, el barítono español Juan Jesús Rodríguez era también ovacionado por su poderoso Giorgio Germont, ese grandioso personaje del padre verdiano entregado, dispuesto a todo y, al final, dolorosamente arrepentido. El maestro Renato Palumbo, al frente de la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real, recibía asimismo el agradecimiento de un público que, con claridad, gusta de producciones esmeradas y congruentes con el alma que inspiró las obras a sus compositores.

Pero si el público que llenaba el interior del teatro empezaba a salir después de casi tres horas de ópera y diez minutos de aplausos, fuera, en la céntrica Plaza de Oriente, todos seguían mirando a la pantalla donde se anunciaba que los cantantes saldrían a la terraza en breves instantes. Los necesarios para que los protagonistas de esta noche de ópera subieran a la segunda planta del teatro y, entre flashes, extendieran sus copas llenas de champán en un brindis que, para regocijo último de los que aún aguardaban al raso, acababa por convertirse en mucho más que una metáfora. Las voces de los intérpretes sonaban entonando el aria más famosa. También la más alegre, un himno a la vida, que igual que La traviata nunca pasará de moda: sólo tenemos el instante y hay que disfrutarlo. Como se ha disfrutado esta noche en los alrededores de la pantalla instalada en el Real. También, en los auditorios del Museo Nacional del Prado, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Thyssen-Bornemisza, Matadero (Casa del Lector), Fundación Canal, Fundación Francisco Giner de los Ríos, Centro Cultural Conde Duque e Instituto Italiano de Cultura, entre otros centros en Madrid, y en numerosas instituciones de toda España. Y a través de Palco Digital del Teatro Real, la plataforma de Internet del teatro madrileño, en la que se han registrado 16.000 visitas de más de 50 países.