El Teatro Real vivió el jueves una noche barroca memorable con el estreno de Orlando Furioso, de Antonio Vivaldi (1678-1741) en versión de concierto, bajo la dirección de un especialista en este tipo de repertorio, el griego George Petrou, al frente de Armonia Atenea, que con instrumentos originales de la época acompañó a un sólido reparto de voces encabezadas por el contratenor Max Emanuel Cenčić en el papel protagonista.
La expectación para este nuevo estreno en el Real era máxima, porque finalmente ha sido el único título barroco de la temporada. La otra ópera barroca programada, El nacimiento del Rey Sol, que debía haberse estrenado en octubre pasado, una semiópera en versión de concierto con baile final (por Le Ballet Royal de la Nuit) y con música de varios autores de los siglos XVI y XVII, tuvo que cancelarse por razones sanitarias, por la imposibilidad de la compañía francesa de trasladar a sus artistas a Madrid.
Pese a esta y otras dificultades, el Teatro Real ha sabido salir reforzado de la pandemia y el público madrileño pudo gozar finalmente de la inconfundible música de Vivaldi, de quien están documentadas menos de cincuenta óperas, de las que solo han llegado a nuestros días una veintena y no todas completas. El título original de la obra, como reza en su edición en Venecia en 1727, es Orlando. Dramma per musica (en realidad, Orlando Furioso es el título de otra ópera de 1714, en parte de Vivaldi y descubierta en 2012). Una de sus arias más conocidas es “Sol da te, mio dolce amore”, aria de Ruggiero del Acto I, bellísima composición a cuya más reciente fama contribuyó el contratenor francés Philippe Jarousky en su extraordinaria grabación bajo la dirección de Spinosi. Otras grabaciones célebres son la de Scimone (con Marilyn Horne) y la de Fasolis (con Sonia Prina).
El poema Orlando Furioso, en el que se basa la ópera, es en realidad un extensísimo poema épico de caballería escrito por Ludovico Ariosto en 1532. De él existe una magistral traducción al castellano por José María Micó (publicada por Espasa), que ha valido a este traductor un premio nacional a la mejor traducción y otros dos premios internacionales.
La obra de Vivaldi que ahora se presenta en el Real se estrenó por vez primera en el Teatro Sant’Angelo de Venecia en 1727. Es una ópera en tres actos con libreto de Grazio Braccioli basada en el poema de Ariosto. Cuenta la historia de Orlando, un noble y valiente caballero que ama sin ser correspondido y que se encuentra atrapado en la isla de la bella hechicera Alcina. El argumento está plagado de enredos amorosos, contiene elementos mágicos y, combinando varios argumentos de la obra original, resulta una historia que mezcla el amor, los celos y la locura.
Vocalmente la obra es muy exigente por su extensión; por la complejidad de la trama, que obliga a los cantantes a evolucionar dentro de su dramatismo, y por la dificultad de las partituras, lo que exige un elenco de artistas de primer nivel. En el estreno del jueves destacó la intervención del magnífico contratenor Max Emanuel Cenčić en el rol de Orlando. Este contratenor, dotado de una voz con un bello velluto y oscuros matices dentro de su registro vocal, es uno de los contratenores más sólidos y esperados del momento. Formado con los Niños Cantores de Viena, debutó como contratenor en 2001. Ha cantado con los mejores directores del repertorio y ha contribuido a rescatar algunas joyas del Barroco. Desde 2020 es director artístico del Festival de Ópera Barroca de Bayreuth. En el papel de Angelica cantó la soprano rusa Julia Lezhneva, soprano lírico-ligera que inauguró el Festival de Ópera Rossini de Pésaro junto a Juan Diego Flórez, si bien su carrera despegó en 2010 tras ser invitada por Kiri Te Kanawa a los Classical Birt Awards en 2010. Otros papeles suyos aparte del de Angelica han sido el de Rosina de Il barbiere di Siviglia de Rossini o el de Barbarina de Le Nozze di Figaro de Mozart. El jueves Lezhneva arrancó una larga ovación al público del Real, con su bellísima voz (es realmente lírica, con un estupendo centro, que ha ido agrandando estos últimos años, y ligera, con una increíble facilidad para coloratura), igualada en todo el registro vocal -éste, amplísimo-. Su interpretación de las dificilísimas arias “Chiara al par di lucida” o ”Poveri affetti miei” fueron realmente magistrales.
En el papel de la maga Alcina cantó la mezzosoprano rumana Ruxandra Donose. Esta cantante se dio a conocer en el repertorio mozartiano y francés y ha evolucionado recientemente al repertorio dramático alemán con papeles como el de Brangëne de Tristán e Isolda de Wagner, o el de Judith de El castillo de Barbazul de Bártok. Recientemente ha sido la princesa de Éboli en Don Carlo de Verdi.
Completaron el excelente reparto la contralto Jess Dandy como Bradamante, el contratenor canadiense-coreano David DQ Lee como Ruggiero (con una voz magnífica, que quizás necesite en este momento extender, con igual calidad, a la zona aguda), el contratenor alemán Philipp Mathmann como Medoro y el bajo ruso Pavel Kudinov como Astolfo.
Es de lamentar que una vez más la ópera se haya presentado con cortes, sobre todo de recitativos. Creemos que las óperas barrocas merecen mostrarse en toda su riqueza musical y argumental y no aligeradas o tergiversadas por temor a su duración, que estamos seguros no va a asustar a un público ya conocedor de este maravilloso capítulo de la historia de la música.