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EL TEATRO EN EL IMPARCIAL

No se debe prescindir de que esta magistral pieza, una distopía que mueve tanto a la risa como a la reflexión, vuelva ya a los escenarios, en los que está destinada a seguir cosechando el gran éxito de la anterior temporada.

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Después de años de magnífica acogida en Barcelona, recala en Madrid este montaje de “Pares y Nines”, uno de los clásicos de nuestra comedia contemporánea, en la línea de otros grandes éxitos del autor, como “La estanquera de Vallecas” o “Bajarse al moro”, piezas de una diversión que renueva su energía con el paso del tiempo.

EL TEATRO EN EL IMPARCIAL

Acierto de Lola Blasco y Julián Fuentes Reta. Por Rafael Fuentes
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EL TEATRO EN EL IMPARCIAL

El 63 Festival de Teatro Clásico de Mérida, inaugurado con una soberbia “Orestíada”, de Esquilo, bajo la dirección de José Carlos Plaza, atraviesa ahora su ecuador con el género opuesto: la comedia. En este caso, con una amplia refundición de los personajes típicos de Plauto, traídos a la sensibilidad y el gusto del público de hoy.

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En el marco del Laboratorio Rivas Cherif, la colaboración entre el dramaturgo José Ramón Fernández y el director de escena Ernesto Caballero ha subido a escena un compendio imborrable de uno de los ciclos narrativos que más penetrantemente han comprendido el guerracivilismo español: “El laberinto mágico” de Max Aub.

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El reconocimiento casi legendario de una obra que consagró en un ámbito popular a su autor, se convirtió paradójicamente en un obstáculo para su representación. Tras el formidable éxito en la década de los 80 y la excelente versión cinematográfica de Carlos Saura, “¡Ay, Carmela!” pasó a ser para unos un filme desvinculado de la pieza teatral que lo originó, o bien un título cuidadosamente leído. Hacía mucho tiempo que este drama de Sanchis Sinisterra requería volver a ser admirado en escena.

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Tras un largo silencio, Fernando Arrabal vuelve a los escenarios, situándose en el centro de la convulsa vida española del siglo XXI desde su atalaya parisina. Reviviendo a sus adorados y desmitificados Salvador Dalí y Pablo Picasso, nos advierte sobre el riesgo que pesa sobre nuestros hombros de resucitar el viejo cainismo español que hace décadas dábamos por liquidado.